La araña de Lucrecio
“Aunque la sabiduría de mis labios te ha explicado verdades infinitas, otras muchas me faltan todavía, y tengo yo además que engalanarlas con lindos versos; explicarte los diversos fenómenos del cielo: cantaremos también las tempestades, y las causas y efectos de los rayos, las nubes, los cuerpos celestes, pues todos son efectos naturales que atribuyen los hombres a los dioses, porque no pueden penetrar en las causas”.
Lucrecio (De rerum natura. Libro IV)
Las voces. Murmullos de insecto que no llegan al oído mueren desvanecidos por los aires, continuando su marcha; o estrellados en algún cuerpo sólido, el sonido repiten rechazadas y muchas veces engañan reflejando la palabra, así como la imagen del espejo multiplica la presencia de la araña dejando imperceptible un rasgo que no copia.
Lívida. Fuego voraz formado de intentos de otros fuegos más vivos y sutiles: ninguna cosa puede resistírsele; por medio de la cueva pasa el rayo con tanta valentía y ligereza como el grito y la voz irrumpen el vacío de la tela frágilmente suspendida desde el techo.
El rayo en la madriguera y el clivaje en la copa. Destello que atraviesa las peñas y metales; cobre y oro derrite en un momento al arácnido perplejo de terciopelo, y de repente disipa el veneno sin lesión a la copa servida, que hasta hoy sigue intacta.
La tela nace cuando ella empieza a mirar y queda atrapada en el hilo fluido de seda que gira el universo en una delicada película de azares brillantes, el aleteo de una mariposa que se queda pegada y en su último suspiro sopla un viento y declina la tanza que agita los mares y silencia los pájaros.
Los torbellinos de la araña. En el aire, las turbulencias marítimas, son simples desviaciones en el equilibrio de Afrodita, que nacen de la espuma de las volutas líquidas que juegan y se entretienen de acuerdo a la voluptuosidad incitadora de los cuerpos que se atraen y se afectan.
Vemos la risa de B. Spinoza mientras observa. No hay juego más divertido que ver como dos arañas se pelean y los efectos imperceptibles que van dejando a su lado resultan el típico movimiento de la materia que explica el total funcionamiento del universo.
Música. La composición de su cuerpo es luz, calor, natura vista, tocada, sentida en clinamen, llena de emanaciones, efluvio de fragancias y rumores, de amargores, y sabores, cuerpos de seis patas conjuntivos, que se deshacen si falta vino y sueño, pasiones alegres, meteoros y otras formas simulacros de la aventura que se baten y suspenden en el aire. ellas están ahí, solo hay que saber captarlas.
Origen y fin lenguaje arácnido. Enseña a las arañas la naturaleza y las turbas de la lengua, la necesidad o inflexión de nombrar el río en que flotan o pueden ahogarse, pues la sombra de la araña está en cada pupila de sus tantos ojos sin pelos, luciérnaga o chispa halada, en una rama prisma que crepita y es nombrada en otro telar de su infancia.
Nuevo torbellino. Al escupir el piso encuentra la tela informe o nebulosa desparramada. Bataille comenta que se trata de ponerle un traje a lo que no existe, un traje matemático. Eso significa que el universo es algo así como una araña o un escupitajo.“Aunque la sabiduría de mis labios te ha explicado verdades infinitas, otras muchas me faltan todavía, y tengo yo además que engalanarlas con lindos versos; explicarte los diversos fenómenos del cielo: cantaremos también las tempestades, y las causas y efectos de los rayos, las nubes, los cuerpos celestes, pues todos son efectos naturales que atribuyen los hombres a los dioses, porque no pueden penetrar en las causas”.
Lucrecio (De rerum natura. Libro IV)
Las voces. Murmullos de insecto que no llegan al oído mueren desvanecidos por los aires, continuando su marcha; o estrellados en algún cuerpo sólido, el sonido repiten rechazadas y muchas veces engañan reflejando la palabra, así como la imagen del espejo multiplica la presencia de la araña dejando imperceptible un rasgo que no copia.
Lívida. Fuego voraz formado de intentos de otros fuegos más vivos y sutiles: ninguna cosa puede resistírsele; por medio de la cueva pasa el rayo con tanta valentía y ligereza como el grito y la voz irrumpen el vacío de la tela frágilmente suspendida desde el techo.
El rayo en la madriguera y el clivaje en la copa. Destello que atraviesa las peñas y metales; cobre y oro derrite en un momento al arácnido perplejo de terciopelo, y de repente disipa el veneno sin lesión a la copa servida, que hasta hoy sigue intacta.
La tela nace cuando ella empieza a mirar y queda atrapada en el hilo fluido de seda que gira el universo en una delicada película de azares brillantes, el aleteo de una mariposa que se queda pegada y en su último suspiro sopla un viento y declina la tanza que agita los mares y silencia los pájaros.
Los torbellinos de la araña. En el aire, las turbulencias marítimas, son simples desviaciones en el equilibrio de Afrodita, que nacen de la espuma de las volutas líquidas que juegan y se entretienen de acuerdo a la voluptuosidad incitadora de los cuerpos que se atraen y se afectan.
Vemos la risa de B. Spinoza mientras observa. No hay juego más divertido que ver como dos arañas se pelean y los efectos imperceptibles que van dejando a su lado resultan el típico movimiento de la materia que explica el total funcionamiento del universo.
Música. La composición de su cuerpo es luz, calor, natura vista, tocada, sentida en clinamen, llena de emanaciones, efluvio de fragancias y rumores, de amargores, y sabores, cuerpos de seis patas conjuntivos, que se deshacen si falta vino y sueño, pasiones alegres, meteoros y otras formas simulacros de la aventura que se baten y suspenden en el aire. ellas están ahí, solo hay que saber captarlas.
Origen y fin lenguaje arácnido. Enseña a las arañas la naturaleza y las turbas de la lengua, la necesidad o inflexión de nombrar el río en que flotan o pueden ahogarse, pues la sombra de la araña está en cada pupila de sus tantos ojos sin pelos, luciérnaga o chispa halada, en una rama prisma que crepita y es nombrada en otro telar de su infancia.
Nubes. Escupe un suave hilo y ella de tacones altos haciendo equilibrio con un sombrero granate, que según dice, hace conspirar a los átomos a favor suyo; y colaboran para mantenerla erguida en su conjuro y que nadie de los presentes aplauda cuando estalle en el piso.
Vestido tejido durante la noche para usar como respirador artificial (Teilhard). Crochet de hilo para alejar el marasmo y así evitar todo resabio de pasiones tristes. Araña y sosías de araña (Chardín), incansable constructora del recipiente o declive, cuenco de plata, para que la energía (bellosinio) celeste irrumpa en un punto y el torbellino del universo conspire a su favor.
La metamorfosis. Los desvíos del equilibrio natural se presentan como pequeños accidentes en la seda que impiden captar la crisálida monstruosa que se gesta lentamente en silencio.
Una sinarquía de varias patas conspira en el nombre de los cuerpos, deja atrás -para siempre- otros personajes: cucarachas, asnos y perros. Hasta el momento se ha dicho que el hombre es la más ridícula de las transformaciones.
La tensión se desenvuelve en el hocico de la araña, pensamiento que se dirige fuera de sí, que lleva en su matriz vibraciones o alboroto en el nervio de su idea, sobre su torso batalla oral, inquietud de no ceder ante los ovillos que se forman hacia adentro.
Se produce lluvia porque las nubes se nutren del agua que la fricción da calor a la araña sobre su presa, bicho más pequeño, acumulación de ríos, flujo a su boca, arco iris, pasión, elementos que reciclan una esperanza de mañana.
Silencio. Mañana la araña se secará por ausencia de lluvia. Ausencia de presa.
En cuanto a los terremotos, vienen del hueco, cavernas en el pecho de la araña. Madriguera deja ver fuego, hielo allí donde no hay intenciones de encontrar un poro para salir a la superficie.
Supervivencia. Cómo sublimar tanto veneno en otra agua que sin lastimar otro insecto permita el encuentro.
Siempre existirá el riesgo de morderse a sí misma (beber su propio veneno) y que nunca haya encontrado el lugar, árbol o pared de piedra, donde sentirse a gusto, donde hallar el poro para fecundarse a sí misma.
Las peores catástrofes; la caída del cielo, está relacionado con morir y no haber tenido tiempo de desarrollar la suprema virtud, el talento que se vislumbraba en sus átomos (todos lo veían) cuando se arrastraba.
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Julián Axat nació en La Plata en 1976. Publicó en poesía: “Los albañiles” (La Plata, 1994), “Peso Formidable” (Zama, 2003), “Servarios” (Zama, 2005), “Médium” (Paradiso, 2005). Dirige la colección de poesía Los detectives salvajes de la editorial Libros de la talita dorada. Actualmente vive en City Bell.
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3 comentarios:
el modelo Lucreciano de la naturaleza, cotejado con la idea de B. Spinoza mientras observa como se pelean sus mascotas las arañas, me parece una idea genial del Sr. J.Axat. Brindo por él. Felicito al dueño del Blog por publicarlo.
Leandro D. Barret
Muchas gracias mi estimado Barret. Y ya que estamos brindando juntos por la osada (en sentido animal para darle una pata más a la madre naturaleza) idea del robusto (en sentido espiritual y espirituoso) joven poeta J. Axat le recomiendo (cuando comenzamos a beber somos todos como chanchos) que se dé una vueltita por el maravilloso primer elepé del ruso D. Lebón, ahí encontrará esa delicia de melodía denominada Casa de arañas que hasta el mismísimo señor Lucrecio hubiese tarareado al compás de sus patitas pero previendo de no aplastar ninguna.
Hasta el próximo brindis, amigo...
Tendré en cuenta su recomendación; a propósito, se conseguirá en algún sitio Parisino?
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