Miruh Almeida, Una gota de sed cae cada noche


PREPARATIVOS PARA LA CASA

3

¿Habrá cimientos?

Tengo temor a tanto sueño
quiero que todo pase
como un carro cargado
                         de lunas
pero oigo al Ángel de la guarda.

Me dice:
           quédate quieta
            escribe poemas.


LA CASA

22

Aquí sin querer
              soy poeta.
Tengo que responder
      cuando me habla el pasto
       cuando me salpica la luz
          del sol
          de las naranjas.
Riego
         riego
el agua chorrea por las sandalias
         riego
me lo pide la tierra.
Hay una comunión de tardes
      y pájaros dorados
      donde los versos
          se escriben solos.


25

Atrás
     en el espacio más
     lejos del terreno
     hice otro lugar
para encerrar a los locos
para sentarlos en sillas
     de respaldos calientes.
Puse también
     una salamandra
     con caño de hierro
para quemar los sueños.
Cerré con vidrios la pared
     del este
     para que el sol derrita
papeles y carpetas
las fotografía se vuelvan
     amarillas
le ganen a los días.
     Mientras yo permanezco.
     Allí.
          Sola.
     Adentro del tiempo.


UNA VERDE MENTIRA

3

No expliques el poema
ni tu vida ni tu muerte
ni la duda
     que nos pertenece.

     Ahora es noche
escondida estoy en mis huesos
enredada entre sábanas
          y sombras
respirando la infancia
que llevo entre los dedos.

8

Siete poemas escribí esta noche
como haber dado pan a siete
           ovejas blancas
     blancas y con rulos
     y patas de cristal.
     O como haber escrito
           arañas azules
     para taparme para no estar sola.
     Sé que no estoy sola.
     Tengo una pieza nueva
     y paredes empapeladas
              de lunas
              de caballos
              de peces que caen
              de las fotografías
de amigos que cuelgan
           de sombrillas.
     Y una mesita pobre
     y un candelabro rojo
y el acolchado que compré en Brasil.
Todo es mío
como esta noche
     y los siete poemas
     que escribí para decir
que me aman
para saber que me aman.
Porque la tierra es redonda
como siete ovejas blancas.


MÁS LEJOS DEL HUMO

VI

Esta noche duermo con vos
con las sábanas transparentes
con los pies ausentes
collares de lágrimas
y el cordero de navidad.

Esta noche duermo con vos
sin fantasmas cara del renacer
espuma de rosales
y esta manta para cubrirnos.


MIÉRCOLES DEL INVIERNO

14

No tengo el don de la palabra hablada, la conversación inmediata me cuesta.
Este escribir es de la noche, palabras, silencios, penumbras, voces como oraciones llegadas de lo ignorado. Se acomodan tan cerca de mi almohada, sólo para mí. Las recojo transparentes y las escribo.
No soy yo, es mi yo hermano de la noche. Me dice de la completitud. De lo que en el día no sé decir.


18

Hoy, ahora este instante es un éxtasis de la soledad.
De plena comprensión.
Es el atardecer.
Dejo caer mi cuerpo con placidez sobre la hamaca paraguaya y un aire fresco, casi mágico, mueve las ramas de los árboles, mueve también mi pelo y mueve aún más mi pensar sobre el infinito.

Estoy aquí agradeciendo todo lo acontecido en mí.
Mantengo esa fe en creer que todo fue para bien, que desde el más mínimo al más hondo sufrimiento tenía su sentido, como el aire que ahora nos mece.

Tal vez, algo ahora me detiene.
Es la nostalgia de lo ido.
Dicen que todo movimiento surge primero de Dios.



INSTANTES CON GORRIONES

8

Mi último amor fue desprolijo.
Venía el amor en ráfagas, después silencio. Otra ráfaga y otro silencio.
Recuerdo haber visto tras la ventana, a dos gorriones, buscándose, disfrutándose, hasta que en un momento volaban a ramas distintas.
Es que el mundo –porque es redondo- da siempre vueltas.
En la redondez no existe la estabilidad constante.
Son ráfagas. Como el amor.


10

A la noche me despierto.

¿Qué hice en el día?
Me distraje, me olvidé de vivir.
Tal vez algo me aprisiona.

Hago las cosas cotidianas para distraerme, achicar el día, porque algo falta.
Algo sin nombre, pero que existe.
Ese existir ha de mover al mundo y soy ciega.
Hago compras, visitas, paseos. Y estoy ciega.


11

Escribo sin saber quién soy.
Cosas del silencio invaden la casa, la madera, las baldosas rojas.
Quiero saber algo más. ¿Será vida el último día?
Hay que esperar, confiar, y si es posible rogar que exista el amor para despertar armando otra vez.
Otra vez.



Miruh Almeida nació en La Plata el 5 de mayo de 1924; en pocas horas estará cumpliendo 91 años. Vive en City Bell. Selección de textos JMP, de los libros Una verde mentira (2001) y Caballos blancos (2008), y de la plaqueta (s/f) Más lejos del humo.

Foto: Presentación revista de poesía El espiniyo, circa 2007. Miruh Almeida (parada), los periodistas Margarita Torres y Martín Luna, Irina Bogdaschevski y José María Pallaoro (sentados). Archivo de la talita dorada.