Raúl Zeleniuk, Tengo lo imprescindible


EL SILENCIO

En este rincón el silencio
plagia tu presencia.
Se cubre de afeites, gime,
abre grandes los ojos.
Es inútil, no sabe caminar
como tú caminas;
tropieza sin clemencia
con los cortinados del alba.
Hago constar que a veces no escucha;
se distrae, se disfraza de nube,
se vuela y desintegra.
En este rincón el silencio
grita como las malas mujeres
o inaugura vagido y se aburre.
No suelo creerle demasiado,
adivino más que nadie
su burlona esencia.
Tiene de vándalo las manos
y la resignación del cordero;
unta el cerebro con ensalmos breves
y la piel, en cambio, con recuerdo eterno.
En este rincón el silencio
se desarrolla y muere.



POSTAL DE INVIERNO

Aunque repiquen campanas
(y la fosforescencia ámbar
de la tarde
pretenda desmentir el frío)
permanezco insatisfecho
desde milenios,
igual que un dolmen
deshabitado de molécula.
La resina gris
que desprenden las raíces
de cuanto arbusto existe
apenas alcanza
para distraerme de la muerte.
Tengo lo imprescindible,
ojos y ventana


LOS EXILIADOS

Allí van los exiliados,
dicen que llevan
municiones de nostalgia
metidas en alforjas negras.
Y una estratagema de marfil.

Ellos, los espectadores,
los asombrados intérpretes,
dicen que llevan
todo lo necesario
para esperar el regreso:
Risas de niño, una paloma verde,
walkie talkies, un mecano,
pesadez en los hombros.
Y una colección de silencios.


POST LÍMITE

Martín se quita el bonete,
la nariz de plástico y la loca alegría.
Desarma todos los artificios,
retira el cotillón, apaga la lámpara roja.
Despide a sus amigos desde un mohín tragicómico.
Esfuma la pintura de sus labios, hojea una revista,
mira displicente, por enésima vez a Paul newman
con el torso desnudo y la seducción embalsamada.
Enciende un cigarrillo, abre la ventana, se aturde
con el torbellino de la claridad naciente.
Acepta resignado la versión que la calle ofrece
de la virginal mañana, del diáfano parque,
de las parejas de púberes en delicada proclama.
Ya traspuesto el límite de la noche acelerada,
tomará con cuidado los libros, las gafas,
el ilustre apellido, el manojo de teorías.
Hablará de moral con sus alumnos.


ISCHIGUALASTO

Recorrí las piedras de tu cielo,
pretéritos núcleos
de historias colosales.
También tu soledad he vislumbrado
(a mi propia soledad muy parecida).
Ischigualasto amada,
silueta jadeante y extendida
de doncella que admiré en enero;
parturienta inmortal, esperanzada
bajo el auspicio del sol combativo.
Nunca olvidaré tu nombre,
lívida piel de magia revelada.
Y aunque ofrezca tu voz a los juglares,
polvo en el polvo serás.
                                      Misterio.


SOL MAYOR

Por fin el arco iris
tatuado en el alma.
Por fin la muerte
del cautiverio y la ruina.
Termino de inmolar
al soldado
de las huecas palabras,
del falso ritmo.



Raúl Zeleniuk nació en Berisso el 6 de diciembre de 1957. Murió en febrero de 1989 en Brasil. Poeta.
Selección de textos: José María Pallaoro, de los libros “Post-Límite” (Cuadernos y Hojas de Sudestada, La Plata, 1989) y “Una palabra demasiado grande” (Edición homenaje, Berisso, 1992).

Foto: Jmp. Contratapa con dedo “Una palabra demasiado grande”. 

Susana Siveau, El poema y la noche y otros poemas




MI VIDA

Esperé
largo tiempo
esta rosa
plena

No pregunta
si el sol de la tarde
la recuerda

Abre su corola
ilumina
reina


EL POEMA Y NOCHE

Viento de extraño origen
el poema
nacido del roce con las cosas

rostros
        miradas
piedras
    polvo

ir y huir del aire
por el aire

el poema y la noche
aullido
rabiosa presencia
de la nada

Ahora
el poema la noche y yo
abiertos a nadie


APARIENCIAS

De palabras
también están hechos los silencios.
Palabras que nos ahogan
atrapadas en la garganta
en el corazón 
como cosas que se chocan entre si
y no piden permiso.
Que se buscan y preguntan
y no encuentran respuesta.


ALGUNA VEZ

Buscarás entre mis cosas
alguna vez tu nombre.
Un memorial de tiempos retenidos.
No hallarás las marcas del otoño.
La hojarasca quizá
el perfume huidizo
de lo que fue.

Aquí están las manos.
La escribiente se pregunta
porqué esperar por las caricias.

Buscarás alguna vez
tu nombre debajo de mi letra.

¿Acaso hará más llevadera
la ausencia de mí
el reflejo de unas palabras
que yo aquí
en el hoy de tu vida?


SEÑALES

Nací junto al río
en su lugar mas amplio
en sus muralla de ternura
y árboles que sueñan
en las costas

Crecí
en fosforescentes raptos
de júbilo y tristeza
maniatada de historia

Soñaba hermosas tardes
con pájaros con alas laboriosas
amando el horizonte agazapado
su lomo en espera de montura

Cuando aprendí a crecer
ya no hubo magia
sólo un mundo destrozado
en pedazos


INFANCIA

Una niña
emigra con el agua
Ríe de las cosas simples
No ve la niebla
Parece alzarse más allá
del gris
que cubre al mundo

Trébol
campo abierto en las mejillas
Va tan simple
viendo las cosas por sus prismas
bajo el signo delicado de lo que recién
nace

Un brote
Un hilo de lluvia
en la plenitud del día

canta


AL POEMA

A Li Tai Po

Vienes con tu forma de pájaro
a partir mi corazón
y comes de él

Dejo que rasgues mi corteza
y dibujes con mi sangre
oscuros jeroglíficos

Mientras un rostro universal
el Otro
observa desde su abismo


MUJER EN AZUL Y NEGRO

La muchacha de azul
en el recuerdo del viento

Mece la paz
de sus años jóvenes
en el arco de su sonrisa

Su pena es azul
Su talle es azul
como su alma

Canta con el viento
en la memoria
de una mujer de negro


Susana Siveau nació en La Plata el 26 de septiembre de 1961. Reside en Villa Elisa.
Foto: SS en FB.

Sandra Cornejo, En un poema un amigo se pregunta


1. EL RELATO DE LAS BRASAS

ASUNTO: NOTICIAS DE NAVIDAD

Cuando aún estamos aquí
y nos hemos reencontrado
mientras se extingue el incienso
y los relatos de los hijos
nos rescatan
el frío
que marca los cuerpos del sur
apenas nos roza
nos acerca otra vez.

Algo preservó nuestra certeza
lo difícil de comprender o de aceptar
vino solo.

Unidas
como cuando anclábamos pactos en el futuro
mencionamos
el cordero para el almuerzo
las abuelas especiales
la familia.

En las antípodas
en los detalles
la vida fue haciéndonos.

Tantos los años transcurridos, tan breve el tiempo
de la ausencia.

A Carol, en el Maitén


UN LAGO

Cuentan que la profundidad de un lago
es semejante a la altura
de las montañas que lo rodean.
Cada vez que observo
esa superficie
al ras de una breve playa
me conmueve este pensamiento.

Era un día de febrero
un día cálido, sin viento.
Carmen dormía.
Vos y yo caminábamos en el muelle
haciendo equilibrio
entre hierros atravesados
sobre un apoyo invisible.

No te animabas a zambullirte
–el agua de un lago siempre es fría, casi helada–
yo apenas jugaba con los pies descalzos
en el oleaje.

Todo el mundo estaba ahí.
La cabaña a pocos metros
el silencio
y en la montaña
la presencia inalterable del fondo del lago.

A nuestra familia Quintana en Esquel


ALABANZA

Por tres generaciones
–que yo sepa–
las mujeres de mi familia
perdieron su cría.

Cuando esperaba a mi hijo pensaba en ello.

Comprendí que estaba marcada
que era posible tanto
la noche como el día
por eso
le hablaba a mi criatura
como quien en el buen clima siega el heno
y para el tiempo inclemente
prepara los enseres.

Sangré.
Sangrar no es buena cosa antes del parto.

Ahora
cuando mi hijo va y viene por los caminos del Señor
siento su presencia natural, como la lluvia o el ciruelo
pero hay un instante, en cada día,
que vislumbro el milagro
–la diferencia–

y agradezco.


CANAL DE NAVEGACIÓN

A diferencia de esta opacidad
la geometría de tu luz
es el espacio donde mi barco
se desliza
sobre aguas
que adquieren color
sólo en el lecho de tu río.


2. LO ETERNO Y LO QUEBRADO

LO ETERNO Y LO QUEBRADO

En un poema un amigo se pregunta
acerca de la inocencia
del lirismo.
Duda de la lengua de un pueblo
por las acciones de ese pueblo.

Leo en el I Ching
lo eterno y lo quebrado colisionan.
En su decantada sabiduría
el libro sapiencial me orienta.
Descanso
entre sus dos extremos
sobre el movimiento cambiante de las cosas.
Resistir, como escribió un poeta en el principio.
Ni irse, ni quedarse.

Así la persistencia
cuyo sabio lirismo
es inocente.


UNA CICATRIZ

Con una cicatriz calmó a tu intruso.

Como a nosotros, derramada,
te deja ir y venir.
Igual de terca se desliza ahora
en cada pleamar.

Ni promesas. Ni grandes confesiones.

Sobre el rocío de un año que recién empieza
la muerte ha dejado su llave en tu portón
pero se ha ido.


3. ÍNTIMA PAZ

TRÍPTICO DE SANTIAGO

II

Me gustaría hablar con alguien
alguien que se acerque
que se siente junto a mí en este banco del parque
y me hable
en un idioma amigo
sosegado
como esta paloma que abajito me mira
y me conversa. 


En “Bajo los ríos del cielo”, Ediciones Al Margen, 2014. Selección de textos: Jmp. Foto: Sandra Cornejo, José María Pallaoro y Norma Etcheverry, “Presentación revista de poesía El espiniyo”, otoño 2005. Archivo de la talita dorada.
Sandra Cornejo (La Plata, 14 de abril de 1962).

Carlos Ríos, La carne a la romana


  1. El matadero de Duisburgo

6

a expensas de
sus jugos
la carne macera,
se distiende
y corre inevitable
hacia un sostén
nutricio, una madre
en sí misma
sin sangres ni leche
que ofrecer
a su pequeño;

ha seguido
viaje, aún
después de muerta
y en tanto trajín
ajaron su silueta
de arma
inmensa, indecisa
y a punto
de cocinarse
en su defensa.



  1. Media Romana

II

En la
roca aislada
por su espina, los
que practican
el dialecto varón
ya se confiesan:

No
desdeñes
la muerte.

Antes bien,
acógela
gustosamente
en la convicción
de que ésta
también es
una
de las cosas
que la naturaleza
quiere.


  1. Exposición de Jiménez Morcillo

(Fragmento)

Saludos al
bovino barrazo,
las saladas
congruencias
del cebón gallego.
También
una especial
licencia
al semental
de cruce pirenaico.

A cada
lado brillan
los objetos,
arrimados sin ganas
por torpes
secundarios,
manos de rosario
volviendo en
sus pertrechos;

parveras…

vacas de san
antonio, eczemas
en el parvulario;

menguados toros
elongan la farsa
de sus cueros: libras
de calce interino
que prenden risas,

babas del diablo…

(una liebre
corre, se desmaya
en el hueco,
tras lucir como perla
en el prima barato
de forraje)

enfilan, bestias
partiendo como ojales
a la tela de pasto,
sordas en el rebaje
que ausenta el comedero;

…allí empezaron
a entregar la carne
a la romana:

tantos hombres,
tantos kilos, aunque bien
abundantes… (1918)

(…)


En “Media romana”, Ediciones El Broche, 2001.
Carlos Ríos (Santa Teresita, 1967). Vive en La Plata.
Foto: Radio Futura, 18 de diciembre de 1997. Archivo de la talita dorada.- 

Juan Aiub, Tres de Subcutáneo



cuatro

F tenía mi misma edad
no llegué a conocerlo
murió la semana pasada
era un pibe normal
un día comenzó a indagar
como lo hemos hecho todos
más tarde o más temprano
la intensidad de su búsqueda creció
y la avidez de datos
tomó valor de respiración
entrevistó:
familia
amigos
compañeros de militancia
vecinos
reconstrucción total
en orden cronológico inverso
desde el secuestro de sus padres
pronto descubrió
que la información que disponía
no era suficiente
para cubrir las 24 horas de cada uno de los días
de su cuenta regresiva
se vio obligado a friccionar aquello que desconocía
continuó:
compañeros de primaria
comerciantes del barrio
el odontólogo que había atendido a su padre
                 una única vez a los 8 años
todo en grandes biblioratos
que alimentaba con hojas
escritas en una vieja Olivetti
(según cuentan había pertenecido a su padre)
escribía y escribía
solo paraba para comer
y para cumplir su cronograma de entrevistas
la desatención sobre si mismo
cada vez más evidente
no se bañaba ni afeitaba
tampoco cambiaba sus ropas
ni limpiaba su departamento
reproducir un día de la vida de sus padres
le llevaba más o menos un día de su propia vida
aprovechaba las horas que dormían en el relato
para dormir también él
muchas veces se despertaba exaltado a mitad de la noche
tomaba la máquina y describía minuciosamente
una escena de sexo entre sus padres
pronto había entrado en régimen
describir el grado de detalle que se había propuesto
le llevaría el mismo tiempo que ellos habían vivido
pero nada lo detuvo
cuando no quedaron posibles entrevistados
dejó de salir
permaneció encerrado escribiendo
con la única compañía de su gato
cuya orina terminó por matarlo de toxoplasmosis

lo encontraron días después
a causa del hedor que emanaba de su departamento
no se había dejado morir
mucho menos se sintió vencido
el convencimiento
que tenía sobre lo indispensable
irrenunciable de su obra
le habrían dado vida eterna
cuando dieron con los 114 biblioratos
descubrieron
que desde hacía un tiempo
aparecía en aquella representación meticulosa
infinita
el propio F como personaje
interactuando en su forma adulta
con sus padres
de una edad similar


seis

nuestro primer viaje en auto
en muchos años
debemos pensar epitafio
a la altura del poeta
que invoque la gesta
y el futuro

discutimos
poner cruz en tu tumba
no me río
me cuesta creer
que conserves aún
algo de aquel monaguillo

coincidimos
prisma puro
mármol oscuro
sobrio
nada de placas
tus hijos y nietos no te olvidan
cuidaremos juntos
no mojar
pequeños pies en mercurio

tu tumba entre miles
domingo
ritual de cementerio
flores plásticas
muertos de muerte natural
viudas sin entender
olor tierra abierta

solo me preparo
por si ocurre


once

él sabe qué pasó con mi madre
después de su secuestro
la historia es larga
pero sé que lo sabe sé
sé que sabe lo que yo no

expectativa púber
en tórax adulto
estalló
se hizo polvo
contra amnesia acrílica
de ropas azules
recostado en su plato
me observa
quiero saltar
balanza inmóvil
de engranajes clavados

desde aquel día
elaboro un plan
voy a extraerle
la información que me pertenece
como sea

no es miedo a parecerme
mandamiento número 11:
nunca serás como el enemigo
si temo
cruzar del otro lado de mi piel
conseguir los detalles que busco

y que
después de todo

no alcancen

para silenciar

por fin

las calandrias



Juan Aiub (La Plata, 1977).
Foto: archivo de la talita dorada. Plaza Moreno, 2 de abril de 2014.








Gustavo García Saraví, Antes, durante y luego de hacernos el amor


ANTES, DURANTE Y LUEGO
DE HACERNOS EL AMOR

Antes, durante y luego de hacernos el amor,
un ejercicio
que practicamos con frecuencia,
intento desnudarte
de tus desnudas desnudeces.
Quiero decir, saber con quién lo hago,
quién es ese pequeño mapa
en relieve y colores
blancos, rojos, rosados, notoriamente oscuros,
ese dulce animal en movimiento,
avispa gigantesca, jaguaresa
amaestrada,
marta carnívora,
ibis, cigüeña,
delfín escurridizo,
colibrí libador de todo el polen
del mundo o, quizá, quién es esa
sólo mujer
que me amedrenta y hace fuerte,
me suplica y ordena,
me sopla que estoy vivo
en mitad de la muerte más gozada.

Es natural,
lo entenderás, que te pregunte
acerca de tu nombre,
tus impresiones digitales,
los signos del zodíaco
que te vigilan desde el cielo
(y otros lugares) la manera
como te gusta hacerlo,
el apellido de tus padres.
O ya, con menos
ambigüedades,
si soy el único y postrero,
el amador,
el inocente,
el cruel al que se quiere por razones
poco explicables.

Pero nunca he podido escudriñarte,
saber tus dónde y hasta cuándo y cuánto,
qué porción de ti misma
me pertenece,
cuál te reservas para tus legados
de senos y pulseras,
y sobre todo cuál ha sido ya adquirida
en perpetuo usufructo
por el pasado,
un corredor de bolsa,
un corredor
de tus buscados corredores,
un astuto notario,
otro inventor
de interrogantes y sevicias.

(Qué tontería, no?
estas raíces de los celos,
tan intrincadas,
tan enredadas entre sí
como cabellos, algas,
confusión de caricias, partes del cuerpo que
ni se sabe de quién
son, qué esperaban
de tu especialidad en arañazos
y complacencias?)

Te interrogo, preciso tus respuestas
inclusive las menos verosímiles:
que fuiste una abadesa, que cuidabas infantes
o golondrinas,
que cada tanto
arrojabas sonrisas en el agua,
que tejías el mimbre o tus propios sollozos,
que eras como una náyade
sobreviviente
o, si no, simplemente, que ejercías
las artimañas de las ciencias
ocultas, ese
secreto que no es tal
y que los hombres
inventamos que existe.

Pero no es conveniente para ti
aquella desnudez que te requiero,
casi translúcida,
aquella quemazón de ropas y memorias,
de espejos que son yo
únicamente,
de tapados y bocas semi abiertas,
de enormes salivales,
una lección que te enseñaron
los cisnes y la bruma, los viejos manuscritos,
las cortesanas y alabastros.

En las inmediaciones de la nuca,
la yema de los dedos, los corpiños,
las poco frecuentadas axilas como golfos,
subyacen, justamente,
lo que quiero saber y no lo quiero,
tu experiencia en cuestiones
de licuación y escalamientos.

Entonces da comienzo tu tarea
de levantar murallas, paredones,
tapias de amianto o de lloviznas,
engañosos grisáceos,
frases difuntas
que yo resucito con torpeza.

                                                 Menciono
tu silencio, tus labios apretados,
tus catafalcos
de marfil y yacencias,
tus quebradizos yesos,
tus sílabas ahorcadas, tus silencios,
tus silencios larguísimos,
tu introversión
a los doseles que imagino
(los de la calle Charcas, por ejemplo)
tus silencios, mi amada,
tus silencios convexos, mi querida,
penosamente tus silencios.


En “Puerta de embarque”, Editorial Biblos, 1986.
Gustavo García Saraví (La Plata, 1920 – Buenos Aires, 1994).
Imagen: Detalle de tapa de Puerta de embarque.

Paola Boccalari, Una mano de niño


I


RED

En el espejo
bocas de corvina en asfixia.
Su mirada rebota:
caerán escamas en tus ojos.

La red. Vientos
en sangre
¿nadie exento?

Sobrevuelos;
el agua
cae
sin piedad.

Solo respiración muerta.



DESTALLADA

Va quemando certezas
caminos y ríos

alas de pájaro
corazón de un dios
una violeta

a lo lejos
sus alaridos
acunan
sombras
huesos
cadáveres.

Va quemando
la flor
nacida
en la noche
de las cenizas.



ROGATIVAS -DE HERENCIA-

Una mano
de niño
golpeó sobre mi tumba

despertándome.




II


COLIBRÍES

Detrás de la saturada esperanza
detrás de todo
descarriado destino:

brotes de plumas
asoman
entre mis flores.



TRASCENDENCIA

Con sus manos agarrotadas
acaricia

las formas de una vida.




En “Luminiscencias”, Libros de la talita dorada, 2013.
Paola Boccalari (Pehuajó, 1975). Licenciada en Psicología. Vive en La Plata.
Luminiscencias es su primer libro de poemas.
Foto: PB y Jmp, 13 de marzo de 2014,  archivo de la talita dorada.