Fernanda Castell, No se puede vivir sin referencias


El bebé

Día 1

Salimos. Un sol nos calcina las rodillas. Con una bolsa de arpillera y un atado de papeles para los trazos de la pequeña nos encaminamos a la salida. Ella quiere conocer la casa de los gatos que durante dos años vio perfilar los techos y le gustaría llevarse las flores y el colibrí. Le explico que habrá otras flores y seguramente otro colibrí. Para ella es el único.


Día 145

las chicharras suenan como seres de carne blanda a las que les estuvieran arrancando las uñas. Yo te convenzo, es necesario cortárselas con cierta regularidad; nos despedimos de las tías y nos lanzamos
con poca ropa a la ruta, destempladas nos comemos las cutículas y vos te mirás nuevamente las uñas y me decís  -no.


Día 222

Ya somos tres. Llevamos lo necesario para el inicio del otoño. Los bulbos laten entre terrones de humus y los escarabajos depositan quitina en la cuna de los bulbos que engendran las palabras de la futura primavera. Tenemos algunas latas de miel y en el sótano el cadáver de un jabalí. Haremos lonjas a la sal en grano y licor de naranjas. Hoy he fileteado ajo para condimentar tu carne y me he rebanado la yema del dedo anular, en el que no he querido ponerme una alianza. ¿Para qué? Si ya estamos unidos hasta la muerte. Tenemos una hija que nos está alfabetizando en esto de la humanidad, claro, a mí me cuesta más que a vos porque yo tengo la cabeza llena de voces que me deletrean enigmas, me destrozan lo que soy y me reprochan lo que pude haber sido.


Día 504

Los trazos me dicen que no escriba más cosas feas. Escribir cosas feas hace que esas cosas se materialicen. Y la vida sea fea. Si una es mala retorna lo malo. Si uno miente Dios lo castiga. Yo siempre quise ser una buena chica. Mis trazos son pesimistas, no tengo sentido orgánico de la vida. Tal vez sea virgen. Qué sé yo. (…)


Apuntes-

                                              (…)
                                              Un grillo te sorprende. Es la primera intuición de dios. Todo es posible para vos. Por eso te traje al mundo el 21 de abril. Te convoqué desde las aristas de la biblioteca y te prometí un lago de dulce de leche.
                                              Mientras descargo estas ideitas tontas la tos no me deja hablar. Y una explosión en el lecho del mar de Bering me preocupa porque quiero llevarte a navegar con los Aleutas, buena gente canoera. Le dije a tu papá -dale qué vamos a esperar tenemos que tenerla ya, sino nos agarra la vejez...
                                              Cuando sea el momento de irte andate nomás no te quedes esperando a que yo te diga lo que podés hacer seguramente trataré de replicarme en vos y será injusto y doloroso desalojarme de tu cuerpo. Por eso cuando detectés la voracidad, agarrá Minna y andate a buen resguardo para que mis manos no lleguen a tu garganta. Si llegara a tocar, sólo tocarte en algún momento de esos, el daño sería irreparable y aparecerías de repente con ideas raras en tu cabeza como si te hubiera inyectado un sueño extraño; para que lo entiendas de una vez, la especie se reproduce así: no basta con la fusión de mi sangre y la de tu padre, luego de la codificación genotípica, el cuerpo de los donantes requerirá mínima reparación. Se instala la sensación de que se ha perdido algo valioso y se desencadena una pulsión irrefrenable muchas veces, la misma muerte se encarga de aplacar la desesperación, cumplo en informar.
                                             Ahora que estamos separadas y en calma, respiremos todo el aire que nos guste que puedo contarte este cuento y algunos más.


Día 480

La velocidad de pensamiento mi amor es como la luz y filosas las ideas penden de tu aorta que bombea aguas salobres y nos inunda de calma cuando hay que contar cuentos para hacer que estamos en paz y nos queremos. Un animalejo carnívoro nos hociquea los muslos y libera la feromona que te enloquece. Te digo que es invierno que el frío no da ganas pero nos succionamos el lomo, las mamas, los dientes como paletas dulces. Y el pensamiento mi amor que es veloz como la luz nos deja a oscuras, la necesaria para recuperar el viejo juego del orgasmo.


II La partida
(Fragmento)

No estarás triste mucho tiempo. Porque no hay tiempo. Todo, es vértigo. Ahora lo entiende. No le habló más. Y le tiene que seguir hablando como si nada porque tienen cosas en común. Un cuerpo que crece.

*
Manos a la obra. No resulta tan fácil. Es la primera vez que desmonta algo llamado hogar.

*
Tener ese tiempo tan preciado es algo que se escapa de la curva de precios. No tiene un valor. Y sólo adquiriría valor si cobrara cuerpo en un bien de cambio. Ve por ahí las obras de Lenin. Y libros que jamás volverá a leer. Él la ubicó en un sitio dándole una manera de leer un mundo que quedó mudo. El amor es sólo aglutinante -El amor es lealtad. Qué palabrita esa del amor. Cuando se es de alguien no se piensa mucho en nada. Porque lo piensan por una.

*
El lenguaje es nuestra casa.
Dije una vez. Y
fuimos literales.

*
Las historias de amor no me convencen.
Todas son mentirosas.
Tal vez el amor sea el gran pretexto de la historia
para justificar guerras.

*
La inocencia del escritor
es la inocencia del niño
que mastica el pecho de su madre
por amor.

*
En verdad no estará llorando por los rincones. Ni por las esquinas porque no es su estilo. Por ahí se excederá en los ansiolíticos. Esas pastillas que vuelven de piedra... Ya no está respirando su atmósfera. Un espacio para vivir con oxígeno no es mucho pedir.

*
Dicen que los humanos nos juntamos para reproducirnos. Y hacemos todo lo posible por sostener la ilusión de que la unión hace la fuerza. Pujamos hijos y esperamos resultados. Estamos la mitad el tiempo de la estadía esperando que el otro sea otra persona. Y cuando nos anoticiamos de que es un despropósito simplemente, decimos chau.

*
Amor de mi vida te digo chau porque no se puede estar toda una vida tratando de que pierdas tu sustancia para convertirte en la escultura que mis ojos acarician cuando te miran a lo lejos. Ya no hay más desayunos ni cenas. He perdido la costumbre de hacer fuegos y sentarme con otros a la mesa. Se llama libertad.


III En el camino

La lectora

(…)
Teníamos un lenguaje común.
Conversábamos largo y tendido sobre cómo sería nuestra vida.
No fue posible. El lenguaje cambió de dirección. Surgieron
idiomas disonantes.
Me tuve que ir. Lejos, con un atado de cosas
que no se pueden llevar si no atadas.
En terreno propio dije:
soy soberana de mi lenguaje.

*

"Pensé en paisajes silenciosos.
Para pasar las horas de sueño sin sueño.
Pensé en los papeles que he perdido definitivamente.
Y en el libro que me salvó la vida en la noche en que por ahí
se la puede perder por una mala decisión.
Si hay algo que me otorgaron fue la fe en la palabra escrita.
En que los libros te pueden devolver la libertad
o te hacen libre para siempre
porque donde hay un lector hay una música que se interpreta,
y un escritor que calienta el cuerpo nuevamente".


La nostálgica

(…)
Todo cuanto veo es mío y no me pertenece. Nada de lo que me
          pertenece, debería. Le preocupan el mundo y el destino de
          las letras. Garantizar la presencia de la letra es asegurar la
          continuidad de la diversión.
Mentes que leen son mentes más divertidas.
Esas que pueden reír en la adversidad y que inventaron el cine y el
          teatro en plena guerra de trincheras.

No se puede vivir sin referencias.



En: “De la Migración”, Trópico Sur Editor, 2014. Selección de textos: Jmp.
Gracias por tu libro, Fernanda.
Fernanda Castell (Coronel Dorrego, Provincia de Buenos Aires, 1965). Reside en La Plata.

Foto: FC en FB. 

HORACIO CASTILLO, quiso ser pintor en su amada Ensenada



CASTILLO1

Por José María Pallaoro


     “Hasta aquí llegó la vida, dices, y tu dedo toca el muro. / Hasta aquí llegó la muerte, dices, y señalas el dintel. / Pero si pones el pie donde estaba el umbral, / si te acercas con la rama de albahaca y un gallo en los brazos, / las sombras vendrán rápidamente a tu encuentro...”. 

     Horacio Castillo quiso ser pintor en su amada Ensenada (donde nació un 28 de mayo de 1934), pero había un diccionario y en el diccionario estaban las palabras, y con las palabras se podía dejar, intentar dejar a un lado la soledad, e iniciar un viaje, un viaje interior, un viaje de ideas, de pensamientos, de asombro, de alegría, de poesía. La imaginación y la organización de esas palabras. Y el mundo. Y la realidad, en el afuera. Y la realidad, en el adentro. Y las lecturas, las fundacionales: Rubén Dario, Ricardo Molinari, Hölderlin. Y la escritura, y la evolución desde la realidad, esa que percibimos, a lo que está más allá, y la ruptura en 1974 con Materia acre. Y el intento, siempre intentar, de renovar, reinterpretar, enriquecer la palabra. Y ahora sí, la poesía. Y Castillo buscó la resignificación lírica. La traducción. Elytis, Kafavis, Ritsos, Severis, Vretakos. Poeta y traductor, buscó el misterio en la luz, aunque frecuentara oscuridad y transparencia. Buscó hacer visible lo sustancial. El poema dice más, creía. Y creía. Creía en la Belleza. Creía en el arte como metafísica pura. Creía en la poesía como vía de comunicación de lo divino con lo humano; lo lejano, lo más lejano es lo que perdura. Creía en el poema como objeto estético. Creía en que enriqueciendo la forma se puede alcanzar el supremo contenido. Creía en la palabra como expresión de lo esencial. Tanto lo creyó que la llevó hasta el límite. Hasta tachar en Mandala (su último libro individual de poemas) la palabra “palabra”. Para que “hable”. Y después, estar callado. Pretender quedarse callado un 5 de julio. 

     Pero no pudo, no podrá. Sus poemas nos acompañarán siempre. Aunque nos sentemos donde antes estuvo el umbral y cerremos los brazos y encojamos las piernas e intentemos dormir en la matriz del llanto, y volvamos al sueño. 

     Hasta que el gallo cantor nos despierte, otra vez, con su voz de nuevos vientos. 



1 Publicado el 7 de julio de 2010 en diario Diagonales de La Plata.


MONO LLORANDO SOBRE UNA TUMBA

Aquí la boca se llena de espuma, el oído de truenos,
aquí fracasa la lengua prensil.
¿Pero qué prueba esta piedra? Esta opacidad, ¿qué protege?
La mano que ardió en el interior del hormiguero
acaricia ahora el lomo pardo de lo inerte,
y debajo o detrás, hondo o lejos, algo se eriza,
demasiado callado para no ser, demasiado vivo para ser,
eso que viaja para siempre de silencio en silencio,
hacia silencios que jamás acabarán.


BOSQUE EN LLAMAS

Esta intrincada red de ramas y reflejos es nuestro habitat.
Aquí edificamos, en el fuego. Y una ola más pura que el aire,
más clara que el agua, socava los cimientos.
Abre la ventana: el bosque en llamas.
Pisa el umbral: la vida camina sobre las brasas.
Aquí edificamos, en el fuego. Y alrededor,
un orden nuevo condenado a morir,
un orden viejo condenado a nacer.
Abre la ventana: la vida al rojo.
Pisa el umbral: ceniza celeste.
Aquí edificamos, en el fuego. Y el alma,
como un pavo real, abre su cola en el incendio.


Horacio Castillo (Ensenada, 28 de mayo de 1934 - La Plata, 5 de julio de 2010).
José María Pallaoro (La Plata, 1959).

Foto: Archivo de la talita dorada. Horacio Castillo, Néstor Mux y José María Pallaoro. Circa 2003.