JOSÉ MARÍA PALLAORO Poemas

Son dos los que danzan

1.
Interior con pájaros


«En el jardín, pájaros inocentes
picotean el césped encendido.»

Horacio Núñez Wes
t

Sibelius

un piano en el aire
de la casa

la música
quema
la leña brillante
de la estufa

sentados
cada uno de nosotros
invoca
a su dios o no dios

unidos en la ceremonia


No sé
para Elena

no sé
por qué
si afuera llueve

elijo una música
diferente

en el adentro
los sonidos se besan

son dos los que danzan


Otra casa

de un cielo gris
con destellos
anaranjadamente
oscuros

los pájaros de la tarde
caen

vacíos
sin peso

como hojas
que sopla

la muerte

quizás queriendo
otra casa


Otra oscuridad

como un viajero
a su sombra
la sigo

no hay hambre
sólo deseo

cuando me pierdo
o ella se deshace
de mí

el pensamiento
deja de aventurar
conjeturas

y quedo solo
en mi otra oscuridad


La claridad
para Irina Bogdaschevski

la claridad
de la ausencia
pesa y aturde

silencio quebrado

viento que no acaricia


Lunas

no me despojo
de lo que más
quiero

sino que
lo que quiero
se despoja
de mí

luna
que en la noche
callas


Para qué

para qué dormir
si en sueños

el cielo es el cielo
la tierra es la tierra

y nosotros
dos pájaros

que se cruzan

y no se reconocen


Certezas
para Gaby

sé que hay un pájaro
en tu mirar

sé que en ese mirar
la dicha es luz

además sé
que en vos
la dicha es

un pájaro
que no me ve


Mares

hace tiempo
el mar
dejó de visitarme

sin embargo
la arena persiste
en tus pies

desnudos y fríos


Aguas

la quietud del agua
es rota
por la hoja caída

un cuerpo
apenas sumergido

ondas que llevan
a la otra orilla

la soledad del mundo


Saberes

sé que soy

la garra en la puerta
de la jaula

y soy el pájaro

que se queda

en un rincón
sin querer salir


La enredadera

Las rejas desaparecen

es indudable que ese jazmín crece
para recordarnos
que la belleza es
aún posible

dentro de pocos días
sus flores perfumarán

la intimidad de esta habitación
donde consumo mis horas

en busca de un tesoro que no encuentro
y que no sé si existe


2.
La claridad



«Escribir es ofrecer
desde el primer momento
la última palabra a otro.»
Roland Barthes


El poder

El poder de una palabra
no radica en la voluntad
de poder

decir aquello
que los demás
quieren escuchar

El poder de la palabra

es un certero golpe
en la cabeza del silencio

Y de esa cabeza
–estallada en el aire–
se arma el mundo

a imagen y semejanza
de la poesía


Nuestra pequeñez escrita

Escribir
ser uno
entre tantos otros

pensar
nuestra pequeñez
como lo más importante
que nos pudo haber pasado


Los ojos

Cómo hacer para mirar
a los ojos del otro
y que entienda

Cómo hacer para que los ojos
del otro nos encuentren
y comprendamos


Escrituras

Escribo
sobre el charco
azul

palabras

que se hacen
nube

y lluvia


Los pájaros de nuestra memoria

tal vez el poema sea
un campo dorado
a la espera

de la lluvia

y del viento

que mecerá
los árboles

donde descansan
los pájaros

de nuestra memoria


Manos

Convertiré mis manos
en hojas de fuego

para que vuelen

incendiaré la noche
con palabras


La búsqueda

Muy pocas veces
estuvo cerca
de hallarlo

Está oculto
en algún lugar
de la casa

entre libros
y palabras

y en contadas noches
en el silencio aparente de los objetos
junto a luces ahora dormidas
presiente

que un fugaz conocimiento
pareciera
revelarlo todo


3.
Aguas de nuestra sed



«Quien lanza barquitos de papel
lanza deseos.»
(de un libro de Mary Shelley)


Aguas de nuestra sed

Ella acomoda los barquitos de papel sobre la mesa
Esos barquitos están detenidos en el cómplice mirar
La tarde pasa para que las aguas de nuestra sed empujen a los barquitos


Las alas del deseo

Ella es un pájaro que de noche vuela a lugares desconocidos
Lleva entre sus alas el sabor de los que la amaron durante el día
Viaja sola por temor a que la soledad la abandone

Ella se entrega a los brazos que la oscuridad le proporciona
Esos brazos la abrigan de la posibilidad cierta de la muerte
La muerte siempre la descubre amparada por la noche

A veces se detiene a beber agua de los arroyos quietos
Y un nombre que se dibuja en la momentánea transparencia del mundo
le recuerda que no todo lo escrito podrá ser leído


Al natural
para Maite

Desnuda subes
la escalera de madera

cierro los ojos
para perpetuar
la suavidad de tus pasos

el vaivén de tus pechos

dejar afuera
–aunque más no sea
por esta noche–
la ciudad y la tristeza

decidida te acurrucarás
a mi lado
en un instante

en el instante preciso
en el que el cielo
se abrirá
a la fiesta de los cuerpos
al amor de los dos


Ella sabe
para L. Andreas

Sabe separar el árbol
del bosque

Ella oscurece
con su boca
el sol

Para nuestra dicha
pronto lloverá


Los pájaros de la vida

Sólo algunas estrellas guían
a la pequeña pasajera

que dentro de un soplo besará
al hombre
en la playa encendida

para que los pájaros de la vida
canten

canten
junto a tu pensamiento

que canta


Colores
para Gaby

No entiende de colores
confunde el encarnado con la lealtad
lo racional con la esperanza
y la pureza con la obscenidad

No entiende de colores
por eso pinta


Tarde de perros

Como si la tarde pasara por la sencilla razón
de que hay silencios que se hacen
los muertos

Como si los perros que duermen bajo el sol
ladraran en sus sueños
al desconocido

Como si nada quedara
Sólo la ceniza

que nos tuvo de testigo
Señales de mirarnos
Cómplices
de un dolor que pena


Música

En otros atardeceres
los cuerpos eran música

Separados o unidos

cuerpos que sin palabras
se eternizaban en esa escisión
en que la música
parecía detenerse

para empezar
otra vez
la rueda fugaz
de nuestra danza

Esa tarde y siempre


4.
Nada fuera de lugar


«... y que sea lo que sea.»
Jorge Drexler


Los muertos

¿Qué se hace con un muerto?
¿Se lo deja en casa?
¿Se le cierran
las ventanas y la puerta
de la habitación?
¿Se habla en voz
baja
para no despertarlo?

¿Se lo comienza a olvidar
para no sentir
culpa de su abandono?


Cara y Cruz

Dando la cara llegamos a la vida
con palmaditas en el culo
nos reciben

y de inmediato
nos revolean al aire
como a una moneda

por si una vez el azar
por si falla el juego
de la vida

pero la suerte sigue echada
y caemos siempre
irremediablemente cruz

Luego juntan
nuestros pedazos

Nos olvidan

en uno de esos lugares

oscuros y fríos


Preguntas

¿No hay sol
para el desolado?

¿El desolado
no hace luz
desde su mirar?

¿En el mirar
del desolado
la luz
se transparenta
en claridad?

¿Desaparece la luz
para sólo ser
oscuridad?

¿Acaso
el desolado
tiene alergia
a la luz?


Lecturas

Enfrascado en la lectura de Proust
no llegaba a percibir que
desde el tren
los árboles eran más lentos

tampoco
cuando el muchacho cruzó el vagón
arrebatando a justos y pecadores
las cadenas de un oro imposible

para saltar sin tiempo
y violentamente perdido
hacia otras formas del mundo


Ella dijo

empujá la desdicha a un lado
porque para el dolor
siempre hay tiempo

y recordá
la vida
no es más que estos pedazos de nosotros
compartidos con los demás

**
José María Pallaoro nació el 28 de febrero de 1959 en La Plata, Argentina. Vive en City Bell. Cursó estudios de Castellano, Literatura y Latín. Como difusor cultural de poesía, música y literatura realizó en diferentes FM los programas: La máquina del tiempo, En la vereda del sol, Mariposas de madera y La talita. Es director de la revista de poesía el espiniyo y editor de Libros de la talita dorada. Como escritor publicó plaquetas, cuadernos y tres libros de poemas: El viaje circular (1998), Pájaros cubiertos de ceniza (1999) y Son dos los que danzan (2005). Junto al poeta Néstor Mux seleccionó los textos de la antología Naranjos de fascinante música: poesía contemporánea de amor en La Plata, 2003, que reúne a 34 autores de la ciudad de las diagonales desde la segunda mitad del siglo XX hasta el presente. Para comunicarse con el autor:
delatalitadorada@yahoo.com.ar
jmpallaoro@gmail.com
http://josemariapallaoro.blogspot.com

No hay comentarios: