AZUCENA SALPETER No era tan grande la casa





EL PESCADOR DE SOMBRAS

El Paraná me trajo un niño,
un escolar a bordo de un barco,
el corazón de timonel,
los pasos
aún no descifrados.

Yo no sabía de este oficio diario
de ir amontonando los pasados,
apenas me cabían mariposas
en los mástiles del abecedario.
Era la primera voz del agua
y la primera latitud del canto.
El río fue cambiando calendarios
como un astro de papel
o un árbol
luminosamente acuático:
me tocaban sus hojas
verde a verde,
blanco a blanco
me salpicaban sus pájaros.

Después fue volver
desde tan hondo,
transvasarlo todo
desde cuándo
estirando la piel
por invisibles proas
calinas y cansancios.
Y crecer y crecer
desde uno mismo,
del que fui, del que seré
el ignorado,
el pescador de sombras
el oscilante faro
girando en los estuarios
y zarpar lloviendo desde el párpado
jubiloso de llanto y naufragios:
un escolar en popa, un solitario
a bordo de este hombre enamorado.


COCINA DE LEÑA

Azul barco y metálico
en los hilos amarillos
de las 12
del verano.
Humilde matrona
campesina
prima del arado,
abuela del almíbar
saliendo del naranjo.
Yo te di mi aliento
en las mañanas
de mis siete años
cuando el tizne te caía
por los cuatro costados
y parecías una legión de pájaros
chillones y cuadrados.
Aún tengo en las manos
tu sabor de leña
y mate amargo
y me sube a los labios
las alburas de la leche
crepitando
entre verdes y rosados
soles del tabaco,
se aprieta el maíz
en doradas explosiones,
centellean los ajos
y el maní
oscurece corazones perfumados.
Aún te amo
en los días nublados
cuando todos los azules desvanecen
y todos los puertos se parecen
a mi puerto
colorado de quebracho.
Aún te amo
cuando todos los barcos han partido
a niveles altos,
cisnes náufragos
en el río de flores de amaranto
a las 12 en punto del verano.


POMELOS

Esfera blanca esfera
redondo río, pueblo
vocal de mi agridulce
rosal de cancionero,
tu líquido asterisco
apúntame en el centro.

El ojo de tu sombra
traslúcida por dentro
derrámame en mi sombra
de hombre y misterio.

Esfera blanca esfera
reloj sin minutero
así ha de ser mi muerte
vestida de pomelo.


DIMENSIONES

No era tan grande la casa
ni huían al infinito
los horizontes del puerto.
Hasta la fábrica, cíclope
con el ojo del quebracho
siempre en llanto y muy abierto
no llegaba a los 10 metros.
Ni la barranca del río
era tan roja, ni tan recto
el clarín de los desiertos.
Ni tan espeso
el bosquerío de tordos
el campanario del centro
el puente de las orquídeas
las cruces del cementerio.
La glorieta de la plaza
se transformó en un pañuelo
y el patio de los bananos
del mango y el cocotero
es un sendero de yuyos
o aguja de un segundero.
Y los ranchitos de paja
horno azul de los esteros
no suben en dos chibatos
hacia las crestas del cielo.

De pronto, estoy sabiendo
que equivoco las distancias
las perspectivas se inclinan
como duendes con espejos
y no recupero nada
de lo que se hundió en el tiempo.
Sólo sé que mientras crezco
un niño alegre conservo
con dos ojos gigantescos
que fabulan con las cosas
y dilatan lo pequeño…
Ha de ser que el sentimiento
no lo mide con las reglas
ni los cálculos ni el metro,
ha de ser que me comprendo
como grande al fin con niño
para siempre analfabeto.




Selección de textos: Jmp. En El pescador de sombras, Talleres Gráficos Mariano Moreno, La Plata, Argentina, 1979.
Azucena Zalpeter (Formosa, Provincia de Formosa, 9 de noviembre de 1942). Reside en la ciudad de La Plata desde 1957.

LEANDRO LÓPEZ Los nombres del pasto aplastado



II

   Entonces la noche cualquier lugar es lejos
   el tiempo urna desbordada de cucarachas
   exilio en himnos entonados por las cañerías
   exilio con base en un cenicero triangular
   y los restos que la orfandad no pudo ceder
   y tanta plata dispersa hipocampos de neón
   y demasiado olvido para la palma de una mano
   para la vasija resquebrajada del iluso
   inocencia donde copula la locura sabia prostituta
   deja deja que ofrende mi córnea a las estrellas
   mi más cara maldición en el reencuentro
   fortuito inviolable del musgo en la piedra
   en el rostro compacto de raíces y después.

   Alguien ha dicho abandono fuga hoja
   huele a sexo de virgen el cielo bastardo
   o tal vez rumor de fuentes rémoras de magma
   o fiebre que late en el bulbo del vicio
   o nombre sostenidos por ojos de gato a la madrugada
   lleva esparce multiplica el golpe de puertas
   contra la castrada lógica del renacuajo
   y así partirán otros murciélagos hacia
   tumbas plenas de luz y barro hacia lluvias
   incesantes como enigmas irresolutos
   dos astros hablan del bronce corrompido
   que clausuró la parábola de tierra
   y hierba para frecuentar cortinas rendidas.

   Profundidad de ojeras cuando la muerte
   de la causa no es la muerte del efecto estampida
   de cuervos superpuestos cálices de cuarzo
   vino espeso coágulos de la tristeza
   paredes con mapas carcomidos de inadvertencia
   bogar bogar entre los residuos de lo que no fue
   los dogmas de la piel como labios abiertos
   y rieles de nubes cárdenas que abisman
   en la intuición del centro desplazado
   quiero quiero la nervadura de una resaca invicta
   para desafiar el choque eléctrico de terrazas
   oscilantes en la fantasía de un cigarrillo
   apagado en la húmeda tráquea de las calles.

   Alguien ha dicho desnudez sin retorno gota
   se prolonga el roce de aire de bahía
   entre túneles de árboles niebla cautiva
   envuelve despoja de cruces a los perros
   mientras estigmas recurrentes parasitan en los hombres
   temor de forzar los candados de la coherencia
   avidez de torres exactas precisas como arañas
   y horas dóciles platos de sopa
   para la nostalgia del amanecer imposible
   despliega despliega la lepra de tus violines
   contra tanto bar clausurado tanta erupción sofocada
   y así sumergir en alturas la cabeza
   pedazo de página roída por las ratas.

   Entonces la noche cualquier milagro un ultraje
   bello y profundo como corolas de suburbio
   mi pulso zanja anegada de inconstancia
   entre ruinas de vasos de cerveza al fondo
   sucio y claro fondo del percibir
   un brote de fuego apertura
   un saxo de párpados levedad
   un remolino de polen dispersar
   y entonces la noche que alguien dijo noche.


V

  Un grito atraviesa y permanece
  la sed: apología de la sangre revuelta
  en espesos torbellinos que hostias oscuras
  para resplandor en el borde del peñasco
  porque el asesino habla su dolor en su víctima
  quién comprendería esos encendidos jeroglíficos de la providencia
  quién leería el mar en el tajo caracol violáceo
  quién palpitaría en el mismo jadear desmesura de elegía calcinada
  porque cuánta lumbre sin cauce
  cuánta música en la inocencia de pezón descubierto
  cuánto perfume de almejas en lo inasible de pronto
  intuyo que la noche justifica cuando se nombra a sí misma
  y extinguir todo rastro del sudario primigenio
  hasta que el sueño se extravíe en cordilleras transparentes
  hasta que la vigilia tropiece con esfinges insalvables
  para renovar la peregrinación compacta de
  aves de rapiña recrudecer y escapar cómo.

  El asesino moldea el abstracto en fatalidad tangible
  la evasión de un hilera de cipreses que apuñala garabatos inconclusos
  y sublimar el fracaso que funda la pirámide
  he sido todo lo que condeno y no obstante
  aguavivas en los pómulos desertar
  en el color de la cerveza cuando el atardecer
  y las respuestas espadas rebeldes a la limpia ceguera
  y el corrosivo supurar de estribillos glebas
  antigua alquimia no tener la imaginación
  para dejar las cosas como están y no obstante
  concebir un museo de colgajos tapices de artesanos
  que se tragan su obra y con ella el viento
  el gemido incontestable de malecones vibrar
  el abierto desaparecer de viñas en espiral
  concebir la identidad que se cumple sólo en espigas truncas
  en albas desparramadas en el vértigo de oleaje
  de cables que cúmulo y eclipse de héroes en lasciva tortura
  concebir el rasgo que distingue
  al creador libre creador de las cáscaras de nuez
  a la siega de los rígidos dedos de soberbios mandatos
  concebir la empatía que salvajismo y destiempo
  y palabras repetidas en bocas inéditas
  porque la quemadura en la pausa lábil
  en los ralos cabellos del alcohol topo fatigado
  porque sólo canta lo que rompe hacia adentro
  sólo inspira lo que maldice sus propios estandartes
  y entonces el asesino babea tumores como sanguijuelas
  cumbre de un proyecto que lo punza somnolencia.
 
  Entre címbalos y valquirias la revelación como vado
  ardua tarea de trocar valvas en moscas
  porque el asesino conoce el Puente de las Mandrágoras
  y libaciones que le reservan un pliegue en
  el lomo de un gato de callejón noche cripta
  porque mesetas de asfódelos como pensamientos estancos
  y regar de ibis el horizonte nulo
  porque soy la consecuencia de la negación de la nada
  y palpo el sublime verbo que cenotes y alondras
  el diablo llora dios me envidia el azar
  me aplaude tantos badajos partidos en el campanario en do mayor
  litio para purgar la belleza animal tan testamento escarlata.

  Porque la gran obra liberta grajos
  que llueven penumbras siempre más arriesgadas
  cardúmenes perseverantes nutridos de parásitos y estar
  al abrigo de la desprotección más amplia
  por encima de toda ley tributo condescendencia
  porque soy la cisura irreconciliable la emboscada
  donde revientan los polos como vasos de ginebra
  y el asesino sonríe un as de pica y
  arroja en el descampado un títere un manifiesto
  sereno como un león satisfecho y continuar
  lo que cualquier deidad su propia leyenda
  en caracteres sargazos de amanecer a veces
  entre el odio y el amor muro de barro y paja.


XIV

EL OTRO

   el que burla cualquier tipo de definición caracterización y no obstante yo no yo pleamar y cielo en retirada quilla y viento en la dialéctica de la existencia pacto que carne estremecida por duraderos relámpagos voz que cercena el hechizo de espigas alineadas hacia el poniente


VOZ

   allí donde los símbolos han perdido su rumbo y las huellas desobedecen su memoria y verter el vino de los leones en las jarras del insomnio y alimentar con leche y fe al gato rehén de la aurora


AURORA

   racimo de nombres como hierba de ciénaga que no alcanzan a limpiar el tajo violáceo en la frente de la Noche Blanca y las campanas de las iglesias y hundir y mi primer recuerdo son alturas encapotadas bautismo de ácido pulmones como paraguas cerrados el corazón monasterio de escribas que asientan leyes apócrifas y la palabra “misterio” no me basta


MISTERIO

   el Mal como un caballo rebelde que obstruye la ruta hacia y saber la parábola y balbucear y la hermandad de la rémora con el tiburón y el Otro que retorcer y alas de peñasco


EL OTRO

   el que burla cualquier tipo de definición caracterización y no obstante yo no yo indigente en los prostíbulos de mi historia profundo satélite que domina el vacío encrespado cadena de erupciones que arrasadas aldeas como lunares lluvia sobre las cúpulas de hojas secas de las certezas


LLUVIA

   ¿a quién confiarle el magma de mis miedos los yacimientos de musgo sobre los que se estructura mi religión en constante zozobra religión de pájaros furtivos y aire viciado y plantas inclinadas y manos como hocicos de hiena?


ZOZOBRA

   para aspirar a la lucidez ir de un estado de confusión a otro de confusión todavía mayor para esculpir en mármol el fracaso intransferible que el fuego perdone las entrañas y agotar que escape la comadreja entre los silbidos del sol y permanecer que las ciudades se asqueen en el olor de los perros sarnosos y transigir que la marea se detenga en las rodillas de los dioses y malograr


DIOSES

   náusea vuelta hacia sí misma insultan su linaje redactan dogmas sellan las bodegas del Conocimiento hipócritas contra el Libre Placer Desordenado y la abundancia se cumple en lo mínimo desparramadas lámparas del universo autista


UNIVERSO

   criadero de paradojas perdurables y terribles estoy dentro estoy afuera en mi clan figuran el sol la luna las estrellas todavía inadvertidas el sueño denso imperturbable de los agujeros negros y cada brillo extinción movimiento estatismo y la tierra que sobrevuelo y el mar que surco sin dejar estela y cada forma de existencia cada proyecto cumplido cada viaje abortado y sin embargo este interior que se afirma a sí mismo y en su negación de todo lo demás interior afuera un dios enfermizo que conduce su barca sobre las simas de la Nada


NADA

   porque las costras removidas no segregan el ámbar de la Sabiduría y los escudos de tabaco y gin no bastan ante las primeras flechas del invierno y las catedrales derribadas por la deserción de murciélagos y yo tendido el Otro respirando lo que me queda de jardines nocturnos piano tristeza balcón y enredadera


EL OTRO

   el que burla cualquier tipo de definición caracterización y no obstante yo no yo pistilo ondeado por la brisa página ardiendo en la hojarasca del atardecer ventisca agitando las barcazas del porvenir martillo haciendo polvo común de la realidad y la mitología de la noche


REALIDAD

   sólo permanece en mí lo que huye más allá de los nombres del pasto aplastado por la Eterna Rueda del azar como mordedura de alimaña de la lógica que claustro y para qué y estar al amparo de mi espejismo debajo de gruesas capas de granito quién soy


QUIÉN

   si mi pulso desmiente a mi corazón si mi corazón no puede con mi sangre aquel niño agobiado que acabó haciendo suyas las Torturas Prometidas que luego desafió con vorágine de tridentes de barro sólido y ahora


AHORA

   confusión para estar permeable a cada semilla cada palabra pronunciada por el estallido de las córneas de la locura cada sistema de poleas jamás llegará a saciarme cada horizonte propuesto por el olvido única forma de la eternidad


ETERNIDAD

   quédate con ella Dios de los que te veneran de los que te niegan de los que te profesan una obstinada indiferencia déjame disfrutar este banquete de bayas amargas y corderos de jugosa grasa y vinos que desbordan los malecones de lo previsible y tanto arroyo nítido subiendo las montañas erguidas de luz y tanto pantano condenando la Inocencia y tanto acierto la tierra plena de rupturas y puentes y tanto error el reclamo por las decapitadas estatuas de yeso del absoluto y planear y morir definitivamente en las colmenas de septiembre


MORIR

   perder la identidad particular para ser el Todo la lluvia que no da tregua a las alcantarillas el pájaro que trae leyendas sepultadas la ruta que hace toser al crepúsculo el hombre en la mina de carbón el hombre en la cresta de su exilio el bosque que impregna con el olor de los árboles invictos el mar que arrastra y devuelve Mar de los Comienzos grutas que testimonian las edades recurrentes el desierto rojizo bajo cielos rojizos la ciudad recorrida por ilegibles papeles de diario el sol como brasa de cigarrillo la luna con su duende macabro y alegría en el crepitar de las langostas y angustia cuando mudan las estaciones y altura a través de los trenes sabios trenes con su cargamento de trigo y aun así los perturbadores acordes del Otro que compone su incorruptible sinfonía fuera del espacio fuera del tiempo


EL OTRO

   el que burla cualquier tipo de definición caracterización y no obstante yo no yo negación que escalones hacia lo Impronunciable.

Mayo de 2012- Abril de 2013  

Diome Ángela Gentile, en La Plata un día de julio de 2018.
En Mitología de la noche, Editorial Detodoslosmares, Capilla del Monte, Córdoba, 2018.
Leandro López (La Plata, 14 de abril de 1978). Foto: Jmp

LUIS MAGGIORI Soy como el mar que se retira a tiempo




SEXTA SEMANA
DEL VÍNCULO Y EL FUNDAMENTO

DÍA XXXVI
ETERNIDAD

El día en que nuestra piel
fue un número impar
y perdimos identidad
pronombre y lejanía
sigue siendo el de hoy.
Miento cuando digo “yo” o “tú”.


DÍA XXXVII
POR QUERERTE

Soy como el mar
que se retira a tiempo
para que vuelvas
al esplendor
de ser la mesa
en la que se regocijan
tus pájaros.


DÍA XXXVIII
COMPASIÓN

Hoy volví a enterrar
a mi madre en la de un amigo.
Y ando con otros pies,
otra voz y otras manos.
Y tengo miedo de tocarte
y estar fingiendo ser yo.


DÍA XXXIX
RIQUEZA DE ESPÍRITU

Las gotas de lluvia tartamudean en el techo de chapa de la diminuta casilla en falsa escuadra. Los truenos son una manada de búfalos depravados. Ni siquiera la luna está viva esta noche, solo hay el parpadeo de Dios que abre los ojos para aterrorizar. Si la tormenta persiste, esa habitación será una isla inconcebible. Dentro, en el diminuto catre, los enamorados son un nudo indestructible. Luego de soportar unos minutos, él, que tiene a su mujer contra su pecho, dice mentalmente: “Gracias, Dios, por todo lo que me das”.


DÍA XLI
VOY HACIA VOS
 
Voy hacia vos
como quien vuelve
del exilio.
Voy hacia vos
con el temor
de que los cuerpos recobrados
sean, otra vez,
la tela de un sueño,
livianas imágenes
de la fiebre,
fantasmas de la nostalgia.
Voy hacia vos
con la pavura de que Dios
hoy no me piense
y vos seas tan real
que no lo crea.


DÍA XLII
TU VOZ

Los pájaros que emigran de su boca
provocan primaveras con su canto.
El mundo era profano y ahora es santo:
su dulce melodía ya lo toca.




En Los días y las flores. Canto espiritual para la Cuenta del Omer, Hespérides, La Plata, 2916.
Luis Maggiori (Tandil, Provincia de Buenos Aires, 24 de febrero de 1964). Foto: Jmp

ESTEBAN PEICOVICH La respuesta incorrecta



1 Por la palabra

La luz es el primer animal visible
de lo invisible.
José Lezama Lima

LA IDENTIDAD

Ha pasado la inocencia de esta noche
en su cara de madonna.
La ostra me ingresa en la espesura.
Y no son dos
sino la luz, el mar, lo uno.

Miro la eternidad buscándome
un lugar a tu lado, miro tu cuerpo,
ovillado relámpago, flotar.
Veo la deslumbrante flor del tiempo
llevar como me llevas.

Inmensa conmigo.
Ya no estoy, ya me ocupas.
Ya cierro el pico.



2 Del amor

Todo lo que existe fue
imaginado alguna vez.
William Blake

CITA EN MOJÁCAR

En Mojácar ella envuelve en algodón los geranios.
Da de cantar al mirlo.
Desde que ella llegó
el desorden del paisaje quedó planificado.
Otro génesis.
El día no es el revés del naipe de la noche.

Ella llegó con la única misión
de fijar a Canopus en el cielomundi.
Tras el mirador donde revientan las lilas,
ella recuerda sus mapas terrestres:
inscripciones sánscritas en Anacapri,
su evangelio etrusco a los esquimales,
una religión en la isla de Pascua.

Ella encontró y perdió a Cristo varias veces.
Durante una década su sonrisa se estampó en vestiduras,
paraguas, capelinas, pañuelitos, arcones diminutos.
Su sonrisa evitó la tercera guerra mundial.
Hizo lo que pudo.

Ahora se desvela sobre una lente traída del Japón.
En algún lugar del lechoso archipiélago
está Canopus, árbol de luz que cae
furtivamente, como asombro y lluvia
sin dañarle un átomo a la eternidad.

Moviendo arenosos dedos nefertitis
no es casual que ella tenga un temblor en Mojácar.
Que su memoria y el cinturón de estrellas se confundan.
Pienso en la navaja cayendo sobre la mariposa,
en Canopus encapsulado para siempre.

Y en este informe que haré llegar
a los círculos más íntimos
de la Astronomía.


VOCES

Adán en el instante mismo de la expulsión.
Adán ya fuera del Edén:
¿qué día,
         hora,
         era?
¿ya había primavera?
Adán hambre primera vez.
Adán ya no infinito y sin dolor.
Adán y los aullidos segunda vez.
Adán a tientas por la periferia del Paraíso.
Adán sin madre desde antes.
Adán que todavía sabe el domicilio de Dios.
Adán sin costilla.
Adán que sólo lleva puesta una pregunta.

Y Eva que responde.


3 Al mundo

Si mi verso no toca a nadie
lo trabajaré hasta la muerte.
Tu Fu (s. VIII)

LA ÉTICA

Supóngase un cáncer
y ya perdido el miedo a la muerte
vuélvase uno el hombre
con menor miedo a la vida.

Y háblese, dígase, límpiese, aclárese
hasta que el momento de nacer
le sea el más contemporáneo
que haya vivido jamás.

Supóngase que al término
de tanta salubridad
al pie de la obra magna
aquel cáncer fuera falso.

Respóndase entonces si el salvado
o el que nunca se salvó
merecen vivir.

Ahora espere a Dios
y dulcemente, con una cruz
anule la respuesta incorrecta.



Esteban Peicovich (Zárate, Provincia de Buenos Aires, 22 de diciembre de 1929 – Buenos Aires, 28 de junio de 2018). Desde los tres años vivió en Berisso, y pasó su infancia entre las calles Ostende, Callao y Guayaquil. Los poemas de Instrucciones al pavo real lo leímos junto a la querida Irina Bogdaschevski (amiga de Esteban y quien me regaló el libro), un atardecer de años atrás, en su casa de La Toscas, Uruguay. Foto: Jmp

ÁNGELA GENTILE Sentada en el lado más bello del mundo



Escenografías

II
He asesinado una luna entre los dientes,
una dimensión blanca para ascender.
Aun en los labios habita la Nada
y el viento va empedrando el rostro.
Quien nombre un mes nombra.
No pertenezco al mediodía ni a la memoria.
Arrastro la garganta de la noche
en un pueblo sin músicos,
en las máscaras del sosiego
donde los rostros
son una llanura inevitable.


IV
El dorso de mi mano huele a tierra,
miro el destiempo en las enredaderas
mientras mis pies alumbran los astros
de la casa.
Bebo un vino sin salvar la oscuridad
y muero en la alevosía de la duda.
No beso bajo la lluvia,
solamente rozo
la revolución del agua.


V
Después de los grandes incendios
mi sombra vigila el cielo.
Recuerdo el paladar de los navegantes
desde siempre en la rueca del ocaso
y observo mis desparejos pies
cruzando el horizonte.
Doy silencio al resplandor de los moribundos
y tejo las pesadillas del éxodo
entonando la canción del ausente.
Y celebro la mujer de tulipán
que viaja en mi mirada.


VII
Me fue revelado el territorio,
el olor de los cirios,
la identidad invencible de la tarde
donde héroes con nombres diversos
civilizaron mi piel de antiguo pez.
Invoqué la certidumbre en una ciudad,
cuando ciertos dioses
en las sombras de alguna vereda
detenían la Palabra.


IX
Sentada en el lado más bello del mundo
mis iguales pueblan el infinito
mientras un antiguo dios non nombre de inventario
horada el corazón desprevenido.
En mis pupilas transcribo lo permanente,
dibujo un ideograma para imitar el tiempo
y la multitud de pieles
inaugura otros diluvios
en una lingua estinta.


X
La alquimia ha roto por enésima vez el origen
y la fortuna es un mandala que no regresa.
Aún así amanece.
Todo milagro es un camino al verbo,
un país de encaje entre los dientes del hombre.
Esta oblicua mirada de rocío,
la garra de cuarzo del felino que soy
en lo fugaz de toda huella.


XII
Desde mi mano-viento
emigra la tarde en sombras.
Sólo recupero las estrellas
cuando regreso desprevenida
de la noche
a bautizar dioses de miradas azules.
Imito la rebelión
y danzo sobre el corazón recién nacido.
Todo aquello que he amado
acompaña el vuelo de esta milenaria
mirada que no me pertenece.


XIII
Descansa una mañana en mi pupila
como las fábulas en la voz de mi padre.
Mis duelos con la palabra
van donde las lluvias
escriben el alto elogio
del silencio.

Y un dolce color d´oriental zafiro
me deshabita por última vez.


Cantos de la Etruria

HABILIDAD DEL ESCRIBA

Aún poseemos el alfabeto,
Dejamos los signos,
Migramos.


Arac, se dibuja en lenguas bárbaras.
Los pueblos lo invocan en el vuelo,
le traen el mejor aire,
lo cincelan en escudos
mas él es solamente brisa.


Turan permuta oídos.
Posee los códigos,
reanuda los secretos de Areté,
los torna su oficio
y teje en lengua de aves
la historia de su pueblo sin lectores.


Los sagrados pájaros, escriben con sus patas
Trazos de una lingua estinta,
de una sola palabra transitiva.


CASA DEL CITARISTA

TABERNA D-IVNI PROCURI

Alguien habla, mientras
el silencio labra sabiduría
en las gargantas
de la terra del vino.
Unos pocos alumbran los templos.
Otros, detienen las lenguas
y alcanforan la eternidad.

Muy lejos,
los adoradores de carneros
resumen,
observan,
transmutan en reptiles o aves.

Los soñadores cultivan tubérculos,
los buscadores de plumas
diseñan palomas en el éter, 
sibilando profecías.

Tiempo de héroes
en calles muertas,
de barcos bajo Selene,
de  hechizados bocas azules
que siempre regresan
a la traición de los océanos.


VALLE DE LOS MISTERIOS

Los dioses soplan sobre las vísperas:

“Palomas de jade,
pasajeras de lo imprevisto:
¡Inventen el aire!”


Ellas, atraviesan el silencio y
la multitud rasga el amanecer
para verlas cruzar el último sol.


Se descifra en cartas medievales:

una antigua lengua romana,
el límite entre lo propio y lo bárbaro.
Los copistas se detienen,
bajan en tinta sus miradas
y deciden corazón o página.


Las pasajeras de jade
en balanzas egipcias
pesan las almas
y retoman el silencio
dejándonos la levedad
de la memoria,

esa tierra indescifrable.


ÁGORA

ARAC
Los nuestros amaban cultivar, destinaban toda la noche a purificar bajo Selene las buenas hierbas y regresaban a la tierra del vino.

TURAN
Ha pasado el viento desierto y pronto la estable temperatura permitirá beber.

ARAC
El aire impulsa el paso de los dioses.

TURAN
Aunque el sol dude del día y se vista de ave y rasgue el cielo.

ARAC
Bellos son los resplandores, las magias y una ciudad inexistente.

TURAN
Lo perdurable está en el viento.

ARAC
Un espacio entre el principio y el final del Mare Nostrum.

TURAN
Nos quedan los puentes circulares, sus pendidos por nuestras miradas.

ARAC
Y aquellos pasos entre la Etruria y la eternidad.

TURAN
O tal vez los mensajes nunca leídos en la ciudad sin rostro.

ARAC
Venimos de otro océano a espaldas del trópico.

TURAN
Como sabrás, aquí, el tiempo es memoria.

ARAC
Lo he leído en las vísceras de las aves.

TURAN
El vacío es un sinónimo de recompensa.

ARAC
Permíteme inscribir el último poema,
los vientos reclaman alguien que los nombre.


Diáspora griega en América

ANNA KRITILAKIS, LOS SABORES DE GRECIA

Los campos griegos sembrados de olivos, de limoneros y de hortalizas, viajaron en el corazón de Ana Kitrilakis desde la mítica isla de Chios. Anna representaba el temple de los que –escapando de la guerra y habiendo sufrido hambre y enfermedades- se alzaron para reunir a todos en torno de su magistral mesa. Atrás quedaba la muerte, a mano de los nazis, de su hermano Giorgos, de sólo 14 años, simplemente por pedir comida. Esta mujer de baja estatura pero de gigante fortaleza cargó a sus espaldas la depresión de su madre Déspina Theodorakis y la vida de sus pequeños hermanos: Ángela, Giorgos y Tzeni.

Se podría hablar de las manos maravillosas de Ana en la cocina; pero a su persona también la envuelve un halo de heroísmo como al dios Hermes. Ella colaboró llevando información a su tío que era parte de la resistencia; y fueron sus pequeñas huellas las que transitaron la tierra helena con los mensajes provistos por su padre Hércules (Hrakli), por amar aquello que los griegos sostuvieron desde siglos: La Libertad. Estos ejemplos de patriotismo son parte de un pueblo anónimo, patrimonio y orgullo en primera instancia de sus descendientes y de toda una comunidad.

En las brumas del Egeo se perdía por el año 1944 un barco que transportaba griegos hacia un campo de refugiados creado por los ingleses en la isla de Chipre. Allí, Ana enfrentó la muerte y como gran luchadora superó la operación de un tumor craneal. De regreso a su amada tierra abandonó los estudios elementales; pero como los amados de los dioses reciben dones, ella al igual que la antigua feacia Areté, o la eterna Atenea, aprendió a bordar y a vender en los mercados su arte.

La vida de Ana se mimetiza con la gran epopeya griega, con esas figuras rebeldes y nobles que sustentaron la historia de la cuna de la civilización oriental. En el año 1959 vendió sus cabellos y juntó sus ahorros, y partió hacia Argentina. Es en esta tierra donde finalizó su instrucción gracias al esfuerzo de aprender a leer y escribir en español de manera autodidacta, leyendo las revistas en el quiosco de su tío. Ana y la vida pudieron encontrar un equilibrio, la nostalgia siguió en el recuerdo; pero aquí conoció a Celestino Gronchi y tuvo a sus hijos Sergio, Marcelo y Elisabeth. Ana, portadora de los sabores de Grecia, fue digna embajadora de la gran gastronomía helena. 



Néstor Mux, Ricardo Gil Soria, Octavio Prenz, Lalo Painceira,
Ángela Gentile y José María Pallaoro en City Bell, febrero de 2015

Hermosa charla, anoche, en su departamento de La Plata, con Ángela. De ese encuentro, la selección de estos textos.
En Escenografías, Ediciones del Copista, Córdoba, 2005; Cantos de la Etruria, Ediciones del Copista, Córdoba, 2008; Diáspora griega en América, Hespérides, 2015. Selección de textos y fotos: Jmp y Archivo de la talita dorada.
Ángela Gentile (Berisso, provincia de Buenos Aires, 5 de agosto de 1952).