Luis Maggiori, A esta hora, exactamente




LA PARTIDA
(Prólogo)

A esta hora, exactamente,
la partida se está desarrollando.
Cada paso es un acto memorable e incomprensible.
Cada pieza finge un exacto antagonista
y un oculto secreto nos ha involucrado.
Renunciar al día de hoy o vivirlo
es contribuir a su ley inescrutable.
En vano la razón recorrerá los siglos
y las mitologías.
Esta partida simula no ser real:
sólo la intuyen los humildes.


TRÍPTICO

I
El sol cae.
Un horizonte de apuntalada agua
le presta su borde Iscariote
y entran en agonía vertical
todas la cosas.
Busco mi sombra inútilmente
y entiendo que me estoy precipitando.


II
Todo acude a su partida.
Va quedando del mundo
un lugar impreciso y turbio
en el que las nubes se entrecejan
en morado desconcierto.
Allí salta mi cuerpo.
Allí mi agonizante mirada
ensaya un último pájaro
y también cae.


III
La obscuridad es de absoluta desnudez.
Yo no tengo anverso ni reverso
pero una brisa tenaz
recupera mi cuerpo soplo a soplo
y me devuelve el cenagoso curso
de las horas.
No me he salvado
y ya no sé si me alejo
o me aproximo.
Señor, ¡cuánto he de equivocarme
para merecer la luz de la mañana!


EL INTRUSO

Han golpeado la puerta.
Un ángel me está interpelando.
La charla es amable pero rehúso el diálogo:
su palabra provoca desapariciones
y no estoy preparado para la desposesión.
La ausencia de las cosas me obliga a un soliloquio
(entiendo su arte).
Mi verbo no restituye, sólo deforma.
La casa entera es un esqueleto infame.
Su última palabra me arrebata el cuerpo.
Soy sólo un pensamiento sin posibilidad de acción.
La visión dura un instante.
Mi mujer toca mi hombro y hace una seña:
han golpeado la puerta.


PRECIPICIOS

La mentira a uno mismo
tiene muchos precipicios.
El peor de todos
es  esa amable ladera
que nuestros zapatos
perciben como un llano.


EL TRATO HACIA LAS COSAS

El perfume de una rosa
puede ser el bálsamo preciso
pero de manos de un verdugo
ocasiona la muerte.


PRIVADA DE MANÁ

No quiero que tu boca resignada
se precipite en cestos de basura
ni puedo tolerar tanta impostura:
le están robando al cielo tu mirada.

Está sufriendo un hombre la estocada.
Está ensayando el hambre una figura
y en nuestras manos está la empuñadura
sin excepción por todos soportada.

Tan sólo el hambre a uno pulverice
para quedar millones degradados.
Acaso yo te tomo los costados
para que el barro no te martirice.

Mayor es la vergüenza que la afrenta
pues no tenemos deuda más violenta.


BAJO LA PIEL INTERRUMPIDA

A Juan, sobreviviente de la tortura

El destino que fija su mirada
facilitó el acero fratricida
que no se arredra un punto en la partida
para dejar la carne sublevada.

Logra la sal en mano agazapada
descender en la noche interrumpida
y corromper la víscera elegida
con implacable lluvia depravada.

Luego otro cielo aguja me propone.
Consigue calma el hilo soberano.
Las tripas soy. ¡Aún sigo latiendo!

La forma de la muerte no se impone.
Vacía está la mesa del gusano.
Destino, te degrado resistiendo.


SIN GESTO EN LA MUERTE

Tengo que imaginar que fuiste un hombre
pues no ha dejado gesto tu partida:
la bomba en cada esquirla repartida
a picotazos te arrebata el nombre.

Me piden que me aparte y no me asombre
si pasa algún retazo de tu vida:
se está llevando el agua a la avenida
las inefables letras de tu nombre.

Y viaja inevitable por los aires
y arriba a inaccesibles marquesinas
algo de tu sonrisa y de tu pelo.

Esto es Beirut, Madrid o Buenos Aires,
donde han sofisticado las espinas
y no todo tu cuerpo tendrá duelo.


TUS SILENCIOS

Tienes el pudor
de los que están llenos
de cicatrices.
Por eso callas,
para que la compasión
no sea otra daga.


BESO PRIMERO

Toco las anheladas riberas
de tu boca.
Ha concluido el naufragio.


NADA

Como la madrugada
que entra en la inexorable luz
de la mañana,
así yo en tu olvido,
sin resto.


ROSA DE LAREDO

Rosa de Laredo
venciendo al tiempo y al espacio.
Rosa irrepetible y siempre la misma.
Tu destino se reparte generoso
entre las manos que te requieren
y yo no puedo asegurar que has sido mía.
Rosa de Laredo
nunca sabré tu secreto, tu magia.
Para retenerte he debido acuñarte en una palabra
pero sólo Dios ha accedido a tu belleza.


TU PALABRA

¿Podré seguir visitándote como hasta ahora?
Mi presencia es constante
como el apego a la tierra
que dura toda una existencia.
Sin embargo,
los ojos de tu corazón
aún no me reconocen
y yo sigo habitando
el mundo de lo que no es.
Tal vez, si me nombraras,
dejaría de ser un ángel desterrado
porque tu palabra
se ha convertido en el tiempo
de mi pena y mi fatiga.


LA CERTEZA DE TU CARNE

I
Yo amo tu carne elemental:
la que no toca mi literatura,
la carne sin civilización
y sin juicio final,
la carne sin ambages
ni amagues,
la carne indispensable
que nunca es otra cosa.


II
Las águilas del sueño alzan vuelo,
queda tu carne.

Escucho el ladrido del Cerbero,
no queda nada.


CIRCULAR

Con la palabra hice de sus calles
una arena movediza.
La soledad me ha conferido ese poder.
El instante será siempre irreversible.
En vano fatigo mis razones:
ella ha cambiado de máscara
y una tragedia implacable aguarda.
El futuro aún es una palabra.
Cuando llegue,
nada dejará que me haga pie.


MADRE

Las hojas secas van al encuentro
de las raíces del árbol otoñal
en donde perdura victoriosa
la primavera.


SIEMPRE

¿Cuál es el hilo, cuál la silenciosa
hebra que recorre mi elemento,
que no me roza y, sin embargo, siento
como se siente el fuego de una rosa?

¿Cuál es la ligadura que reposa
en cada hueso, en cada filamento
y que no cede, acaso, ni un momento
y nos convierte en una sola cosa?

Tanto has viajado, Amor, por mi retina
tanto llanto he vertido por tus ojos
que aunque tu cuerpo quede, se encamina
que son todos tus muertos mis despojos.

No temas si tu carne no perdura
porque el Amor no admite sepultura.


LA CONDENA

No me define la sucesión ilusoria de los días.
No tengo una identidad real y convincente.
La senda recorrida ha sido un espejismo:
siempre estoy en mi principio.
Mi tarea es la de narrarme a cada instante
para que algo de mí exista
pero sólo la pena es sustantiva
cuando se es del tiempo.


EL PACTO

Otro día, otra moneda
con la que el tiempo
negocia con la muerte
el tamaño de mi soledad.


LA METÁFORA MALDITA

Mi camino no tiene fin.
Me traslado de palabra en palabra
indiscriminadamente.
Mi territorio no conoce límites
y todo descanso es absolutamente momentáneo
Mi Troya se funda  paso a paso
y está sitiada por mí mismo.
Mi nombre nunca será una palabra.
Sólo he conseguido engendrar una deuda infame:
más lenguaje.


EL ESCULTOR, EL TIEMPO

Porque me nombran.
yo permanezco.
Aunque no escape a la impiedad de su arte
ni resista sus minuciosas manos invisibles
ni sus múltiples ensayos,
yo permanezco.
Aunque modele en mi rostro
de la ingenuidad a la serenidad todos los dolores,
yo permanezco.
Aunque su manía de guardián de lo sucesivo
me duela en el riñón y de frente y de improviso,
yo permanezco.
Aunque modele todo el tiempo todo el almanaque,
con sus feriados, sus santos y sus manchas de humedad,
yo permanezco.
Me borrará el rostro inexorablemente
o en cualquier momento
pero ya me he salvada gracias a una palabra.


LA ESCRITURA

El camino se hace con palabras.
Nada delante.
Detrás, el juego perifrástico o acaso el eufemismo
es toda nuestra obra.
Ya se han repartido los limitados zapatos,
la silla de ruedas, el bastón
y la voz a los postrados.
Son nuestros utensilios.
Van dibujando con esmero el alfabeto insuficiente.
Aunque nos parezca un borrador
sigamos avanzando.
De algo ha de servir esta escritura.


LA OBRA

El atril está en su sitio.
Tranquilo me dispongo
a un obediente violoncelo.
Mi obra es una música segura:
cada sonido denota una justa cadencia
y el silencio es oportuno.
Los oídos están dispuestos
con la simetría esperada.
Mi final no los provoca,
es como el aplauso, atinado.


IMAGINO

Imagino un Juicio Final
en el que cesan las palabras
pero no las cosas ni los hombres.
Imagino un Juicio Final
en el que estalla
el intolerable silencio.
Silencio indispensable
a tanta palabra corrompida.


UNO
(Epílogo)

No me siento y no avanzo.
No tengo reposo ni meta alguna.
No estoy en un lugar que admita un predicado.
No me preocupa ya el lenguaje
y desconozco el sentido
de la palabra “humildad”.
No estoy solo
y no conozco a nadie
que no sea como yo.
No tengo deuda alguna
y no recibo gratificación
de ninguna índole.
No necesito ni el perdón
ni la salvación
y no deseo nada.
Estoy igualado en la ignorancia.




Edición completa de: “La Partida”, U.N.C.P.B.A., 1997. Luis Maggiori nació en 1964 en Tandil y, actualmente, reside en la ciudad de La Plata. Es Profesor en Letras. Publicó en poesía: “La Partida”, 1997; y “El amor navegante”, novela, 2005; “El sofista”, novela breve, 2007. Su último libro es: “Los frutos del Árbol Real. Diez ensayos sobre Kabaláh y Literatura”, 2011.
Foto: Guillermo Pilía, Luis Maggiori y José María Pallaoro. Encuentro en City Bell, circa 2008. Archivo de la talita dorada.

María del Rosario Tabárez, Modos de ejecutar un blue



ÚLTIMOS DÍAS DE MARZO

Techos incendiados regalan
su salvaje amarillo
al esqueleto de las hojas
cae el otoño a mi ventana
como un íntimo resguardo
en la habitación sorprendida
                               del verano



EL ALTAR DE LAS AVES

Un cementerio de plumas
templo lunar que se levanta
en los dedos del acantilado
               cortina leve
colmenar donde los pájaros
dejan las últimas caricias
he guardado como ellos
                      mis alas en las piedras.



DISTANCIAMIENTOS DE LILITH
DESPUÉS DEL PARAÍSO

En el secreto del sueño
aspiro finalmente
su desvaído canto de verano
al descubrir alguna escena
en que volvías
con un rastrillo a despeinar mis lágrimas.



ALTERACIÓN DE LA LLUVIA

¿No se esperaban sus pisadas en el arenero?
Como señuelos que buscan sus raíces
o langostas peleando por un hilo de cereal
vienen a poseerme las muecas de la lluvia
colmenas inundadas, por los dedos de la destrucción.



ALMENDRAS EN UN POZO

Avanzábamos por la costa
no nos detuvo el viento
soga deshilachándonos los brazos.

La oscuridad me devuelve
una lastimadura de almendras
guardadas en un pozo.



MODOS DE EJECUTAR UN BLUE

Tienes miedo de entrar
y que tu voz retenga mis suspiros y no sepa
los modos de ejecutar un blue sin disonancias.
A veces siento que tus huellas me penetran
ellas traen noticias tuyas
que pueden dejar mi habitación a oscuras
porque sólo tus manos la iluminan
si desplazas tu sombra sobre mi puerta abierta.



SALOMÉ, LOU

No el poeta de las elegías, 
ni un filósofo con su lámpara
–la verdad estaba en otra parte, Lou–.
Tu don de intimidar con las heridas
puso alguna flor en la cabeza del Bautista…
que ahora rueda a quienes buscan
Ver la tuya entre sus brazos.



ESPUMA EN EL TABLÓN
DEL EMBARCADERO

Tenías cubierta de hombre
razones de la niebla de mar
que se volvió espuma
en el tablón del embarcadero.
Resplandor de las cosas soñadas
quejido entre cortinas…
todos quieren saber de dónde vienes.



TRAMPA DE LETRAS

He soltado los tigres pero ahora se vuelven contra mí.
Ese podría ser el comienzo del relato.
Pero, es inútil volver por el camino
de la poesía al sueño
si la palabra no revela una verdad.



ÁRBOL ARDIENTE

Algo nos hace admirar a los ojos del búho
como ellos se encendieron nuestros cuerpos
en sabiduría y toda la casa fue un árbol ardiente.

Huele sin culpa tanta madera gastada en el naufragio
las hogueras de otoño entibiarán igual,
aunque ya no nos nombren oficiantes del fuego.



María del Rosario Tabárez (Buenos Aires, 1945).
 Profesora de Historia. Reside en La Plata.
Selección de textos: Jmp. 
Libros: “Cangrejos azules” (1985), “Escala en el jardín de las delicias” (1988) 
y “Cuerda cortada” (1995).
Foto: Jmp. Contratapa “Cangrejos azules”.