DEL OTRO LADO DE LA
PARED
Vuelves
a oír
a
la niña pequeña, de meses,
sentada
en las rodillas de la madre;
a
caballito, un suave trote y una canción.
La
risa se confunde con el llanto
y
cuesta distinguir.
Los
sonidos atraviesan la medianera
y
traen la escena que añoras
sin
recordar, sin saber siquiera
si
existió.
LA PARÁBOLA
En
el sueño
volvimos
a hacer el amor,
apurados,
a escondidas,
como
hace tiempo.
Me
inquietó
tu
cuerpo tan real
y
el mío casi ausente.
El
deseo recóndito
sigue
su parábola
sin
nosotros.
CAMBIO DE ESTACIÓN
Pasa
toda una tarde sola, en silencio.
Horas con palabras larvadas
puestas en el cuerpo, no en la voz.
Al anochecer, habla con el vecino, en la vereda.
Comentan el clima inestable de principios de otoño.
Cruzan frases cortas, amables,
mientras las hojas quebradas de los plátanos
se amontonan.
Nada dicen de sí mismos;
grietas que ya no se humedecen
ni se dejan llevar por el viento.
Horas con palabras larvadas
puestas en el cuerpo, no en la voz.
Al anochecer, habla con el vecino, en la vereda.
Comentan el clima inestable de principios de otoño.
Cruzan frases cortas, amables,
mientras las hojas quebradas de los plátanos
se amontonan.
Nada dicen de sí mismos;
grietas que ya no se humedecen
ni se dejan llevar por el viento.
ESCENAS EN EL PATIO
En
la enamorada del muro
se refugian pájaros
tan fugaces que casi ni se ven.
Hacen huecos
pequeños túneles de hojas
donde se aquietan un instante,
sin recuerdos. Luego se van
al mismo espacio misterioso
del que surgen.
Llevan su sonido
y esa levedad pesa como
si algún significado fuera a revelarse.
En silencio, ella cuelga la ropa.
Con los pies aferrados al piso áspero
alza la cabeza
mira el cielo, puntos oscuros
un trazado que desconoce.
se refugian pájaros
tan fugaces que casi ni se ven.
Hacen huecos
pequeños túneles de hojas
donde se aquietan un instante,
sin recuerdos. Luego se van
al mismo espacio misterioso
del que surgen.
Llevan su sonido
y esa levedad pesa como
si algún significado fuera a revelarse.
En silencio, ella cuelga la ropa.
Con los pies aferrados al piso áspero
alza la cabeza
mira el cielo, puntos oscuros
un trazado que desconoce.
LA ESPERA
Cuando
el jazmín era joven
y yo también,
cortaba los pimpollos ni bien florecían.
Los cuartos perfumados,
las puertas abiertas,
diciembre con su promesa y su pérdida.
Ahora, dejo las flores en sus tallos.
Hasta que oscurecen
–y caen–
pasan varios días,
más de los que hubiera imaginado.
y yo también,
cortaba los pimpollos ni bien florecían.
Los cuartos perfumados,
las puertas abiertas,
diciembre con su promesa y su pérdida.
Ahora, dejo las flores en sus tallos.
Hasta que oscurecen
–y caen–
pasan varios días,
más de los que hubiera imaginado.
VIGILIA
Mira
hacia la habitación
donde duermen los padres.
A través de la pared, del pasillo,
se asegura que respiran, que aún están ahí.
Cuando viajan, el hotel donde se alojan
queda lejos,
kilómetros que recorre
con solo girar la cabeza en la almohada
hacia el lado en que los imagina;
aprendió de niña esa espera:
el tiempo suspendido,
mirar fijo una ruta
y no distraerse;
adivinar el ruido
del auto que regresa.
donde duermen los padres.
A través de la pared, del pasillo,
se asegura que respiran, que aún están ahí.
Cuando viajan, el hotel donde se alojan
queda lejos,
kilómetros que recorre
con solo girar la cabeza en la almohada
hacia el lado en que los imagina;
aprendió de niña esa espera:
el tiempo suspendido,
mirar fijo una ruta
y no distraerse;
adivinar el ruido
del auto que regresa.
SOBRE EL CAMINO
Quizá debamos esperar
que la duda macere,
que la intuición
pueda llevarnos de la mano
como cuando éramos niños,
ver opciones, enlaces
para que cada pieza
tenga sentido.
Esto permitiría decir:
no era un error, era necesario.
En:
“La envoltura”, Del Dock, 2013.
Raquel
Sinelli (Pergamino, Provincia de Buenos Aires, 1954).
Reside en La Plata. Poeta.
Foto: RS en FB.
1 comentario:
Hermosos poemas!!!
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