NUBE
Nublada
la nube que llueve sin mojar,
que
no se involucra con ningún cielo,
que
desconoce lo absoluto,
que
tapa la luz volviendo obsoletos los espejos.
Agua
que a puro arrebato cae de la frente
como
un algo que requiere contemplación,
que
suscita, que mortal sobrevive
en
el mundo de los supuestos vivos.
Jugo
de tormento que presagia:
prisa
lenta para que los tumores sean visibles,
resplandor
furioso para que la austeridad no sea suceso,
desmesura
para mirar un lirio.
ESCÉPTICOS
Era
delito ser joven y no rebelarse,
tener
lengua que habla pero no dice,
contemplar
el cadáver de nuestro enemigo
con
la conciencia del alma.
Hoy
se ve un camino humeante de escépticos:
donde
hubo cielo no queda siquiera
un
azul culposo.
Debe
haber para nosotros algún perdón
por
habernos traicionado honestamente.
OSCURIDADES
Vienen
de los setenta
corazones
oriundos de la pena,
un
ramo de contradicciones marxistas,
un
rumor a cadáver vivo en el fondo de los días.
Las
dudas eran nuestras,
podíamos
reconocerlas por un indecible olor a sombra,
verdades
tan frágiles,
oscuridades
no tan luminosas.
Nadie
busca hoy las causas del dolor
ni
tampoco será noticia mañana
la
certidumbre de aquellas respiraciones agitadas.
No
llegará el día en el que esta suavidad espinosa
nos
depare un reposo habitable.
PESADUMBRE
Había
sido yo dos labios tristes,
un
baudelaire inocuo,
me
dolía aceptar la muerte de la tarde.
Ese
modo de callar
por
donde se cuela el inconsciente,
esa
pesadumbre
de
los muchos hombres que no he sido,
me
trajo fríos del tamaño de lo trémulo,
y
aunque siguen raptándome ciertos frenesíes
el
piano de jarreth hizo reconciliarme conmigo.
Estoy
solazado y no quiero dejar de estarlo,
voy
camino a verme estremecido,
feliz
no, estremecido.
SARAJEVO
El
fotógrafo
-que
asido al brandy bosnio caminaba por el cielo-
perdió
el alma en cada beso que dio,
sólo
le queda la boca con la que pronuncia
el
nombre de una mujer
que
llora mientras toca el violín,
la
que le hundía los ojos a las muñecas
y
ayer fue violada
bajo
las estrellas de Sarajevo.
RESPLANDOR
Aquella
mujer
que
subía debajo de mi cuerpo
no
era la que gemía
sino
la bisagra de esa persiana
que
no cerré
para
que me quedara nostalgia
del
resplandor que nunca tuve.
El
viento hacía de ella
un
quejido que gritaba por mí
la
palidez de verme otro,
cada
día más otro,
un
clamor endovenoso
tan
unánime que dolía.
En Desolación de Hopper / Desolazione di Hopper, edición bilingüe
(traducción al italiano: Silvia Favaretto), 2019
Norberto Antonio (Rosario,
provincia de Santa Fe, 15 de octubre de 1951). Reside en City Bell, partido de
La Plata.
Foto: jmp
1 comentario:
Increíble poeta que no conocía. Gracias por traerlo!
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