IV. 24.
¡Qué
feliz dejo yo la librería,
los
libros bajo el brazo,
reclamándole
al viento, en mi alegría,
dos
alas a mi paso!
AL ABRIR LA VENTANA…
Al abrir
la ventana, cuyos batientes cubre
de
brotes verdeantes y de ramillas secas
añosa
enamorada del muro, el sol de octubre,
como
un agua de oro me llueve en las muñecas.
Tanto tiempo
me quedo, callado, bajo el lujo
del
sol, que en el silencio de la mañana canta
mi
sangre desbordada, con tormentoso flujo,
socavando
la torre viva de mi garganta.
¡Oh,
dulce cuerpo mío, oh, dulce cuerpo mío,
cómo
te agobia ahora la vida que sostienes,
la
vida que es fecunda como curso de río,
y que
también, a veces, te anega con sus bienes!
Y me
digo: Sintamos la divina cordura
de
mantener el cuerpo, joven, hermoso, fuerte;
el
haza, bien labrada, da frutos con largura,
y el
cuerpo, bien vivido, nos da una buena muerte.
FRAGMENTO
I
Veníamos
los dos bajo la noche;
y tus
pasos –conmigo
nuevamente–
daban
voz al silencio.
Levantaste,
para
mirar al cielo, la cabeza,
y vi
que despertaban las estrellas
donde
pasó la sombra de tus ojos.
Después,
me reveló tu voz distante
los
elogios del cielo y de la noche;
y, en
tus palabras, descubrí las cosas
que
creía perdidas para siempre.
Lloraba,
mientras tanto, en el silencio,
sobre
mi corazón, iluminado.
En:
Umbral soleado, 1934 (IV. “24.”), Olor de tierra, 1936 (“Al abrir la ventana…”),
Veinte Poetas Platenses Contemporáneos, 1963 (“Fragmento, I”).
Carlos
Ringuelet (La Plata, 1910 - ¿?). Publicó dos libros de poemas: Umbral soleado,
1934 y Olor de tierra, 1936. Además, ensayos literarios: Garcilaso y su
paisaje, 1941; El amor en el mundo de Calisto y Melibea, 1943; Las Ruinas en la
Poesía anterior al Romanticismo, 1943; etc. Su nombre no está incluido en el
Quién es quién en la Plata, 1972. Fue amigo, entre otros, de Juan José Manauta,
Vicente Barbieri, Roberto Themis Speroni, Alberto Ponce de León y Aurora
Venturini (Hace unos años, en un encuentro en su casa de La Plata, Aurora me
contó esta anécdota, que luego incluyó en uno de sus libros: “…yo escribí sobre
la seguridad de que hay más allá otra cosa. Resulta que una amiga mía,
compañera de la universidad, Dawsen el apellido, noviaba con Carlitos Cottella,
esa chica tenía en su poder un libro que le había prestado, La rama dorada, y lo necesitaba porque
tenía que rendir Estética. Voy a la casa de ella. Me recibe la mamá que es una
señora irlandesa y me dice que no está en ese momento pero yo le voy a dar el
libro y me lo dio. Me fui caminando hacia la calle 7 y diagonal 80 donde está
la fuente. Ahí estaba Carlitos Ringuelet. ¿De dónde venís? Yo vengo de la casa
de los Dawsen. ¡No puede ser, no está más la casa! Se fueron de La Plata. No,
no, si vengo de allá, de la casa, y la mamá me acaba de dar el libro. Pero,
¿qué historia me estás inventando?, me dice. Lo trajiste de tu casa, vos nunca
pudiste ir a lo de los Dawsen. Vení, vamos a ver, yo te voy a mostrar. Desandamos
el camino y no había nada, había oficinas de abogados y esas cosas. No me quiso
creer. Pero es cierto. Es atemorizador, es espantoso.” La transcripción es
textual. En libro de Venturini el apellido es Dawson.
Imagen: detalle de tapa libro Umbral soleado, en Taller Mundo despierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario