COMO QUIERO MI CARA
Hay
quien lleva su bondad en la cara
como
otros sus anteojos.
Hay quien
lleva su largo amor, su hambre
como
otro su noche
en
plena cara.
Hay quien
lleva su cara
y en ella
no otra cosa
y
tiene que cuidarla
hablarle
todos
los días mostrarla
a
riesgo que digan
que es
de otro.
Y darle
pena
lluvia,
cada tanto
y
hacerla improvisar
para que
sirva un poco más
que
mera cara de uno.
Y ajena
del espejo
ver
que no pierda un ojo
una
esperanza.
Es decir
una
cara para siempre.
De poder
darse vuelta cuando quiera
y
verla usada, a poco
por
los hombres.
EL TIEMPO
Es inútil
pactar con tu infamia
apedrear
tu tejado, huir
en
borracheras
de
verbos que confundan tu estrago:
fechas
al pájaro, calendario a la flor
mensajes
a la Luna.
Ese mar
de luz que nos das
esos
ciegos cuchillos
tu
evangelio según la mariposa,
el
vuelo sin volar.
Qué sería
de ti si mi flauta de polvo
no
soñara un camino.
Qué sería
de mí
si no
te dieras cuenta.
ADIÓS AL PADRE
Padre mío que estás en el polvo
hágase su voluntad: dame tus huesos.
Padre mío que estás en el polvo
hágase su voluntad: dame tus huesos.
Tu
lápida te murió aquel mayo del 62
pero fue hoy tu derrumbe
hoy la fecha de tu racimo roto, de tu occipital yorik
de tu fémur yorik, en mi mano.
pero fue hoy tu derrumbe
hoy la fecha de tu racimo roto, de tu occipital yorik
de tu fémur yorik, en mi mano.
Empezó
a suceder cuando María bordó la A de Andrés
en la bolsa de pan de tu ayer,
en la lluvia de talco,
en el preamanecer de Plaza Constitución
en la ciudad de Lima que era Buenos Aires:
ciego de pie podrido, enano fumador,
la poca luz, el frío.
en la bolsa de pan de tu ayer,
en la lluvia de talco,
en el preamanecer de Plaza Constitución
en la ciudad de Lima que era Buenos Aires:
ciego de pie podrido, enano fumador,
la poca luz, el frío.
Padre
de átomos que estás en el polvo
ese obrero llegó en su bicicleta,
ese obrero llegó en su bicicleta,
faja
negra, toscano, pico, pala, una conversación.
Y luego se inclinó sobre tu apagado pecho aquel
trayéndote del fondo de lo negro
hundiendo el pico hasta ese lunes del 62.
Y luego se inclinó sobre tu apagado pecho aquel
trayéndote del fondo de lo negro
hundiendo el pico hasta ese lunes del 62.
Padre
de átomos que estabas en el polvo
levantamos tus brazos
la última tranquilidad de tus manos,
ese desorden marrón, y uno a uno, tu cuerpo.
La redondez de tu cabeza llegada del Adriático,
los antiguos lugares de tu voz,
el dónde de tus ojos.
levantamos tus brazos
la última tranquilidad de tus manos,
ese desorden marrón, y uno a uno, tu cuerpo.
La redondez de tu cabeza llegada del Adriático,
los antiguos lugares de tu voz,
el dónde de tus ojos.
Padre vuelto
a la luz,
después nos fuimos a beber
con tu gran mano posada como pan en la mesa
y tu ceniza alzada hasta el color.
después nos fuimos a beber
con tu gran mano posada como pan en la mesa
y tu ceniza alzada hasta el color.
Voluntad
de mamá,
padre aire
ya no
estás en el polvo.
EL TELEGRAMA
El encuentro
en Verona
obliga
a considerar como inevitable
que
también viaje
el
ruiseñor.
Es asunto
de tres.
TEORÍA
Hacer
un poema de amor no es hacer el amor
sino
tan sólo navegar encima,
al
lado, detrás del tiburón.
Hacer
un poema de amor
no es
hacer el amor
sino
tan sólo dibujar una futura
cara
en el espejo.
Puede
hacerse mil veces y una vez
y no
estar seguro ni del amor ni del poema
y el
tiburón detrás,
y el
tiburón ya en ti
y el
espejo en la espera.
EUROPA
Grandes
señoras, las gaviotas
Desayunan,
soberbias
en los
bordes morados del mar
de
Amsterdam.
Cuando
el primer Vermeer alumbra
el
horizonte
ellas
untan sus patas en petróleo
y
picotean lo que llega del mundo.
Las
grandes señoras están ciegas.
Confunden
el velero, se posan
torpemente
en el
mastil de los semáforos
de la
Wilhelmstraat
y allí
se quedan, redondas y blancas,
sin
saber cómo morir.
En
ninguna se ve ese relámpago
que
hace volar
a sus
famélicas hermanas
del
Mediterráneo.
Ninguna
insinúa perderse en el mar
o
aligerarse
más
allá del plomo de sus alas.
No hay una sola con forma
de
mujer italiana
o de
guitarra griega.
A
ninguna le ha quedado
en la
estría del ojo
el
refucilo último del color
de Van
Gogh.
Debajo
de sus plumas, las gaviotas
de
Amsterdam
han
perdido la estructura del vuelo,
el
pájaro que eran.
Grandes
señoras, las gaviotas
de
Amsterdam
ya no
son ni de la tierra ni del mar.
Selección
de textos: Jmp. (“Como quiero mi cara”, de La vida continúa, 1963; en: Berisso.
Trabajos Literarios, Edición de la Municipalidad, 1973. “El tiempo”, “Adiós al
padre”, “El telegrama”, “Teoría” y “Europa”, en Instruciones al pavo real, El
Archibrazo Editor, Buenos Aires, 1993. Los poemas de Instrucciones al pavo real
lo leímos junto a la querida Irina Bogdaschevski, un atardecer de años atrás,
en su casa de La Toscas, Uruguay.
Esteban
Peicovich (Zárate, Provincia de Buenos Aires, 22 de diciembre de 1929). Desde
los tres años vivió en Berisso, y pasó su infancia entre las calles Ostende,
Callao y Guayaquil. Imagen: Johannes Vermeer (1632-1675), “La lechera”, óleo
sobre tela, 1660.
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