Norma Etcheverry, cinco poemas


ME CASO…

Me caso para divorciarme
y qué
les dijo
mientras María
se confundía
con las cenizas del Ave
y la guitarra
de Pablo Milanés
no ama quien quiere sino quien puede
elegir-se
con libertad
más tarde diría Spinetta
que buscar se parece a nada
pero buscar siempre es mejor
que morir de sed
podría lavar, planchar y
cocinar
pero también ir a abordar
lo marginal,
correr
el peligro de saber quién soy.  
Me caso
y qué,
les dijo y los hizo
testigos de que todo
Futuro es imperfecto.



PAPI

Papi mataba un cordero
cada cumpleaños
los cuereaba y les sacaba despacito
el corazón
delante de mí
papi sí que sabía de vacas y caballos
a las vacas
las miraba a los ojos
y ellas permanecían impávidas
pensando vaya uno a saber qué
a los caballos
les acariciaba las patas con
delicadeza y después,
les daba una palmadita
como podrían saludarse los viejos amigos
papi me decía "nena, no se dice
puta"
y yo aprendí con inocencia
de cordero
"pu, no….ta, no…-le decía-
puta sí".



MAMI

Mami tampoco era inocente
le retorcía el cuello
a una gallina
en un santiamén
con la excusa del puchero
una vez la vi llorar
frente al despeñadero
de plumas
a lo mejor era nostalgia
por las causas perdidas
o tal vez lloraba con lágrimas
del pato
que –estoy segura—amaba
a la bataraza en el cadalso.



LA FÁBRICA DE FELICIDAD

El amparo de la sombrilla
("gorda, cuidado con la arena")
guarda vidas
guarda costas
al costo de juramentos de altar
y atar
colores y sombras
que serpentean debajo
de los anteojos de no ver
hablan de fútbol
corvinas doradas
pescan
resignados el canto
de las sirenas que no
sin brillo
ni cuchillo
ni espada en la cintura
retan
al deseo que antes
les hinchaba
el pecho
los niños milanesa no descansan
la sed, intacta.
("gordo, hay coca cola")
beber
del cáliz que asoma
de la heladerita
el sol del mediodía
perpendicular
el peor de todos
encara y seca
sus labios.



RELECTURAS

Añoro tu mirada en el papel
donde solíamos descifrar
los signos
de esta vigilia permanente
extraño esas pequeñas costumbres
ahora
que tus ojos se desvían de mí
y se parecen más que nunca a la pared
desnuda que construimos juntos,
en la que luego del asombro inicial
supimos escribir “te amo”
y otras
cursilerías por el estilo.




Norma Etcheverry (Ranchos, 1963). Vive en La Plata. Poeta.
En: “La ojera de las vanidades”, Hespérides, 2009.
Foto. NE en FB.

2 comentarios:

norma dijo...

JM, sigo yendo y viniendo estos días de tu blog y por casualidad veo que titulaste "La hoguera.." a mi libro y en realidad, es "La ojera..." vaya! que me van a acusar de plagiar nada menos que el título de Tom Wolfe...abrazo!

José María Pallaoro dijo...

Corregido.