Sabrina Gross, quizás si escribiera sobre estrellas y soles, estaría más a salvo


MARIPOSARIO
(Fragmento)


Estoy presa, montonero, porque escribo.
Quizás si escribiera sobre estrellas y soles, estaría más a salvo.
Quizás si escribiera sobre estrellas, soles y asteroides el cielo sería un mariposario abstracto.
Y mi color, pintado por los otros con acuarela, tendría el color de otra bandera.
Pero soy un alma negra en cuerpo blanco y celeste,
Y en mis vuelos te busco porque soy tu compañera.
Sé que me estás buscando, me buscaste durante muchos años.
Soy la vida, erizada, piel caliente y vos entrando.
Soy ese momento, en el que estás entrando en mí, como la historia.
No puedo ser si no soy en vos, no puedo ser si no sos en mí.
Vivo entre la humanidad de los hombres,
Algo real, algo ideal, estado imperfecto de lo humano.
Me impregno, me mezclo, me acuesto,
Te doy mi cuerpo, me entrego.
Caí en un mariposario falso, me cazaron, me atraparon cuando estaba acariciándote,
dormida.
No pude dormir desde entonces, no pude dormir por las noches,
Viajé entonces a encontrarme con tu cuerpo astral,
Para que me abrace allá, en el sueño.
En el ensueño.
El sueño, el lugar de los revolucionarios.
Anoche no pude dormir y no estabas allí para abrazarme.
Kármica, entré en circuito de tu eterno retorno.
Pude escaparme, sólo porque encontré un espejo y vi reflejados otros mundos.
Perfumes, cuerpos, flores, el mariposario ficcionario.
Allí, me siento viva, un poco real, un poco ideal, un poco marginal. Da el sol en la casa,
Da el sol en el campo,
Da el sol en el cuarto,
Donde anoche, nadie pudo abrazarme,
Y yo sintiendo que el sol se apagaba como la música,
La música se apagaba como el cuerpo después de entregarlo,
Aquella fiebre, aquel amor físico, impulsivo, violento.
(…)


Futura huida del falso mariposario.
Me entrego a la utopía, me entrego a este romance.
Estoy acusada de violar correspondencia, montonero,
Acusada de escribir, y de violar correspondencia.
Me dan drogas cuando no te veo por un tiempo, 
Cuando creo un lenguaje para comunicarnos a lo lejos, azulejos,
Nosotros mismos, azulejados, reflejados, inspirados.
Poseerte no es propio de mi manía, es la consecuencia de mirarnos.
Mi cuerpo está esperando de tus sales.
Me angustia no tocarte, ni en mi cuerpo ni en mi ficción.
Te toco en mi ficción como a un lago manso.
Juego a sacarte de mí, para herirte un poco.
El ego, ese dios que nos posee, también nos saca.
Puedo reposar en tu espalda,
Apoyar sutilmente mi cuerpo sobre el tuyo,
Curando las heridas de un guerrero,
Dándote mi calor también mí sangre.
Irrumpo en esa historia, como irrumpe el mar en cada caso,
No veo salida, es posesión, prisión eterna,
La de los lazos amarrados intempestivamente,
Tormenta de noche, tormenta de mar.
Nada calma este vuelo si no el aire frío de la costa del sur,
Sur surreal, sur siempre.
Y en el sur siendo, jamás no existe, existe siempre.
¿Cómo explicarlo de otra forma?
(…)

¿A dónde estás, montonero?
Es historia que pesa, densa entra en mi, hace a mi cuerpo como hace en la arena,
El lugar desierto, abierto del amor.
Tus manos, me tocan.
Cada vez que entrás en mi, mi intimidad te responde.
Entrás en realidad.
Entrás en ficcionalidad.
Mi intimidad, siempre te responde.
Te espera, te reconoce y te responde.
Ideal, un abrir y cerrar de ojos.
Me entrego.
Entrego mi cuerpo, entrego mi vientre. Te doy mi vientre para que me des tus hijos.
Guardaré tu sangre, cuidaré tu humanidad, te daré herencia.
Haremos historia, no es un crimen amarse en silencio.
No es un crimen amar la historia.
Beso tu cuello, beso tu frente, beso tus ojos.
Beso todo menos tus labios.
Tus labios besan mi cuerpo astral.
Hacés tuyo mi pecho, la imagen nos invita a tocarnos más.
Pero es sólo una imagen, una fotografía.
Violamos el tiempo y el espacio de una diapositiva violada.
Es historia, aire.
El lugar aún no está armado.
Mi cuerpo reside en tu mente, tu cuerpo reside en mi cuerpo.
El lugar físico, el mariposario nuestro, el mariposario salvaje, aún está cerrado para
nosotros.
El mariposario, el lugar a donde van a vivir las mariposas.
A vivir y no a morir.
Mientras tanto, vivís en mi escritura, abrazados a la ficción.
La ficción nos encuentra abrazados en la ficción.
Imagen poética, el cuerpo dentro de un abrazo.
Vivís en la respiración de mi texto, en el aire.
Y yo vivo en tus escenarios políticos.
Todo se transforma, nada permanece.
Vivo en la devastación de los campos,
Vivo en las ideas que resucita la historia de día,
Vivo en las caminatas de noche por las calles de la provincia.
Vivo en tus clases.
Vivo en tus imágenes.
Vivo en las historias de las mujeres que dieron sus cuerpos a la revolución.
Vivo en el deseo de lo revolucionario. Vivo en el seno de un discurso,
Vivo en la escena de un lenguaje amatorio.
(…)

Montonero, ¿a dónde estaban tus brazos para abrazarme, que anoche no pude dormir?
¿A dónde estaban tus brazos anoche para abrazarme que anoche mi cuerpo pedía tu
cuerpo y no había nadie allí?
El sueño, dentro mío, el sueño dentro tuyo agitaba mi pensamiento y agitaba mis alas.
El cuerpo de la mujer que entrega su cuerpo.
El texto del cuerpo en la piel ardiendo en tu piel ardiendo.
Te entrega su lucha para sumarla a tu lucha.
Incendios, necesidad de amar.
Mi cuerpo necesita entregarse a tu cuerpo.
Porque tu cuerpo me habita en el aire.
Antes de dormir, te imagino, te pienso.
Pienso en vos.
Pienso en el lugar que no existe aún para nosotros.
Nuestros vuelos se desatan en el aire cálido.
Las fronteras de mi cuerpo se cruzan con las de mi pensamiento, y ahí te veo.
Te miro durante horas,
Paso horas estudiándote.
Entrego mi tiempo real al tiempo ideal para acercarme.
No hay presencias infinitas, sugiero que pensemos en entregarnos los dos.
El mariposario ideal, el de las idealizaciones.
Aire cálido de La Pampa.
Las mariposas rugiendo, avisándonos que nos persiguen.
Que ellos están ahí.
Mariposas, tigres del aire.
Leo los oráculos del aire en tus alas.
Un pueblo amado, unido, rugiendo.
Montonero, le dicen, “buscá a tu mujer, que no quiso entregarse y van a buscarla”.
Mi cuerpo, es tuyo.
Mi pensamiento, es tuyo.
Mi liberación, es tuya.
De nadie más.
Buscan mis vuelos porque quieren atraparte, montonero.
Buscan mi cuerpo porque quieren tomarlo, para atraparte, montonero.
Quieren mi cuerpo para hacerlo civilizado, mariposa domesticada, quieta, perfecta,
ideal.
Y mi cuerpo es tuyo, salvaje, tuyo.
Tu pensamiento me calma, tu mirar, tus manos.
No puedo respirar si no es en la historia.
Imposible respiración, aire, mariposa.
Me entrego todos los días a tus días, montonero.
Vivo de ese amor, violento, humano.
Vivo de esa entrega, mi propia revolución.
Todos los días, minutos, segundos.
Qué importa la duración del encuentro,
El amor no dura sino en la sucesión de encuentros.
No hay lugar, dijiste.
No hay lugar para nosotros.
Aún, no.
¿Y cómo es que no lo hay si no encuentro tiempo para todo lo demás?
Mi cuerpo te necesita, tiembla.
Temblores, taquicardia.
Insomnio.
Nos dan pastillas para dormir en soledad.
Estados ilusorios del sexo, sexo abierto, prometido.
Mi útero es la promesa de la historia.
Vienen a buscarme para entregar mi cuerpo al enemigo.
Y soy tu mujer. Y mi cuerpo se revela.
No acepta condiciones, no se entrega a otros cuerpos.
Imagino nuestro encuentro, en el aire, la selva, el mariposario salvaje.
No pueden violar mi mente, estás en mi imaginación, allí te encuentro.
Intentan penetrar, infiltrarse, educarme, disciplinarme, silenciarme.
No pueden imaginar lo que existe en mi mente, allí te veo, montonero.
Todos los días, mi amor, todas las noches.
Y la música… todavía no conté que estamos en la música.
Un tango de Piazzola que me envuelve.
Me cubre.
¿Dónde están tus brazos?
(…)

Tampoco hablé de la utopía.
Tampoco hablé aunque mi cuerpo fue golpeado para que hable.
No dije que nos encontramos en la utopía y hacemos el amor.
No pueden encontrarnos en el mismo espacio.
No hay lugar, dijiste, para nosotros dos.
El camino del Altiplano, con las mujeres mascando coca, sembrando hijos.
Pequeños Intis, ofrendas de los dioses, allá en los volcanes, allá en el norte.
Somos maestros enseñando nuestro cuerpo humano a lo humano.
Desnudos, carnales, somos sangre.
El hombre civilizado no comprende mis reacciones.
Soy pasión apasionada.
Soy madre, soy sexo.
Y el hombre civilizado pretende dominar mi mente, mi intelecto.
Somos animales de alas amplias, sonoras.
Cuando te amo, me entrego.
Mariposario real, el de las reinas y diosas.
Que protegen a sus hijos y protegen a sus hombres.
Mi cuerpo late, mi cuerpo late, mi cuerpo late.
Late el ala de la mariposa cruel.
Mariposa embalsamada, premio de un español o de un inglés.
Colección de mariposas cazadas que hablaron porque sus cuerpos no resistieron los
embates de los otros.
Les destrozaron las alas, las pusieron prisioneras.
Prisión mental, mariposario falso. Alma negra la mía, en mi cuerpo pálido, y no descubrieron, no, montonero.
Que mi cuerpo y el tuyo ya están unidos, casados, juntos.
Que me estás dando tu líquido y yo te doy mi sangre.
Temo que haya heridos, dijiste.
Los hay, los habrá, si las mariposas no vuelan.
Si las mariposas no vuelan, habrá heridos, habrá muerte.
No poseo el control del tiempo.
No poseo el control sobre el espacio.
Sé, que la mariposa es leal a su instinto.
Se pasea, maravillosa, por el cielo real.
Habrá heridos, si las mariposas no encuentran su vuelo.
Habrá heridos, si les negamos su lugar.
Hagámoslo, abracémonos en el aire.
Bailemos, mariposas, en el aire.
Frente a todos.
(…)

Es la mariposa que siempre está,
La que parece no tener sentido en el texto. La ficción animal.
Y es de los servicios secretos de los dioses.
La que es mensaje y escribe, montonero.
Esa que no se ve, que no se tiene en cuenta, es la que escribe tu historia real.
La real, y la ficcional.
Estás en mi escritura,
Estás en mi texto,
Estás en la música,
Estás en la utopía,
En la revolución,
En los hombres,
Estás en los rugidos,
En los vuelos,
Estás en mi cuerpo,
En mi hijo,
En mi ficción.
Dijiste que no había lugar para nosotros, y ¿qué lugar es todo esto?
¿A donde estabas anoche, mi amor, que no pude bajar de mi vuelo?
Hace días que no duermo, prisionera de eros.
Nada me calma.
(…)

Soy acción y reacción.
Resistencia y principio.
Los cuerpos atraídos como imanes por esa historia que tienen en común.
La memoria en el recuerdo de esos hechos comunes.
La historia común, el lenguaje.
Expresada en arte, en locura, en vuelos.
La bebida y la comida de la última cena juntos.
Tu partida dejó un relámpago.
Conciencia.
Estás en la conciencia de la historia.
Estás arraigado a la tierra.
Mariposa de tierra roja.
Estás en mi pensamiento.
Cuando río, cuando despierto, cuando duermo, cuando no duermo.
Cuando tu cuerpo me busca en mi fantasía.
Cuando tu cuerpo me posee en mi fantasía.
Mi cuerpo mío es tuyo en mi fantasía.
Y nadie puede sucederte.
Nadie puede robar mi cuerpo y tu cuerpo en mi fantasía.
Pudieron, intentaron hacerlo en la realidad. Vos lejos y yo acá, atrapada por ellos.
Sos el cuerpo de la historia.
El sueño entrando en la historia.
El sueño entrando en mi cuerpo.
El sueño forjando tus brazos y tu espalda.
Cuerpo de hombre, fuerza.
Fuerza posesa, montonero en tu campo.
Yo en la cama, haciéndote hombre.
Yo en tu cama, montonero.
Como toda mujer que en la lucha se da a su hombre.
Como todo hombre que en la lucha encuentra a su mujer y la hace suya.
Veo los mariposarios que nos inventan, paisajistas, de mariposas macho sin hembras.
Mariposas macho sin hembras ni hijos.
Mariposas macho que vuelan solas, para que imitemos ese vuelo individualista y
solitario.
Mariposas macho sin su hembra, es menos peligroso.
Es el relato del cuerpo sin fuerza.
Del hombre al que le robaron a su mujer.
Que lo echaron de su tierra y le robaron a su mujer.
Imágenes de las mariposas muertas.
Implantan en nuestras visiones mariposas muertas.
Mariposario, cementerio.
Y yo volé en el norte sur y centro de Latinoamérica.
Y los mariposarios son lugares de la vida.
Las mariposas levantan los cuerpos muertos, les dan vida, les dan alas.
Las mariposas, tiburones del aire levantarán tu cuerpo para curarlo.
Me traerán tu cuerpo volando.
Lo dejarán en mis pies descalzos.
Y te daré color, montonero.
Te daré el color de la utopía que quisieron ocultarnos.
Te daré el color del cuerpo que te ama, tu bandera.
Te daré el color de tu hijo que te espera.
Te daré el color de la lucha.
(…)

Fantasía. No pudieron entrar en mi fantasía, montonero.
No pudieron tocar mi cuerpo astral.
No pudieron jugar a nuestro juego.
No pudieron robar mi ficción.
No pudieron sacar la revolución de mi cuerpo.
No pudieron encontrarte en mi escritura.
No pudieron leer mi pensamiento.
No pudieron acceder a mi karma.
No pudieron sacarte de mí.
No pudieron arrancarte de mi tierra.
El aire caliente te trae, mi amor.
Me desato todos los días de las ataduras que me atan.
Mariposas atadas en el mural.
Mariposas, usadas como hebillas de cabello de la mujer del blanco.
Gusanos.
Gusanos infiltrados en el mariposario real.
Gusanos infiltrados en el mariposario ideal.
Puedo cerrar mis ojos.
Puedo cerrar mis puertas.
Puedo cerrar mi cuerpo.
Berimbau cerrado.
Latido cerrado.
Corazón cerrado.
Pensamiento cerrado.
Imaginación cerrada.
Nadie puede abrirme.
Misterios del cuerpo.
Misterios del agua.
Misterios de la tierra.
Misterios del amor. Euforia del blanco que cree tenerme.
Euforia del santo que cree poseerme.
Euforia del soldado que cree violarme.
Euforia de la historia que me cree vulnerable.
Mi escritura te oculta y mi ficción te convierte, montonero.
En una mariposa que vuela conmigo.
Conmigo siempre.
Nadie nos ve como peligro.
Nadie nos anuncia como tormentas y remolinos.
Inconsciencia de la historia, creer que no somos conciencia.
Dos mariposas ficcionarias en el aire de un mariposario salvaje,
De ideas, de ideario.
Mariposas, dragones del cielo.
De nuestro imaginario,
Fiesta pagana, la de los cuerpos entregados.
Misa sincrética, la de la mariposa en el aire.
Poseída, mística, religiosa.
Te veo,
Te ataco,
Te intimido,
Te inquieto.
Te poseo.
Mariposas salvajes se encuentran, al fin salvajes, en el mariposario.
Nuestro lugar, mi amor.
El lugar, el templo, lo deseado, lo esperado.
Y nos decimos cosas hermosas, susurrándonos al oído,
Mi cuerpo mío, tuyo, mi amor.
Mi sed mía, tuya, mi amor.
Mi historia mía tuya.
Mi cuerpo tuyo mío, mi amor. Mío tuyo, tuyo tuyo.
Mío mío.
Mío.

Marzo, 2013.


En: “Mariposario”, Editorial Sur Surreal, 2013.


Sabrina Gross nació en La Plata en 1977. Es Licenciada y Profesora en Comunicación Social. Estudió la Maestría en Sociología de la Cultura en IDAES-UNSAM. Poeta y escritora.

1 comentario:

Elena Beatriz dijo...

Que bueno. Es excelente lo que acabo de leer.
Gracias José María por publicar estos versos.