J. Ramón Couchet: El vano justiciero, 1987



EL VANO JUSTICIERO


a Arturo Cuadrado 
y Alejandrina Devescovi



PRÓLOGO

ACASO, TAL VEZ, QUIZÁ…

Acaso, tal vez, quizá
un día
tendré la salvación
por mi deber cumplido.
Microorganismos, plantas,
bosques, praderas,
montañas y misterios
me comprenden.

(En fin,
ha llegado mi hora:
debo ingerir el desayuno.)


RACCONTO

CAMINÉ POR TODA RUTA…

Caminé por toda ruta
–asfalto, barro, rodados. –
Rompí zapatos,
conseguí pezuñas.

Confieso:
no pude echar
a rodar coros.

HE AUSCULTADO…

He auscultado
manjares y carroñas,
irreemplzables chefs,
inmundos buitres,
todo lo saciable.
–Otra vez les contaré
del hambre. –

(Siento vergüenza:
voy a vomitar
al excusado.)

FUERA DE MÍ…

Fuera de mí,
cansado
me albergan
gnomos,
productos envasados.
Vencí al hambre.
A la utilería,
no.

UNA VEZ QUISE…

Una vez quise
escalar montañas.
Provisto del equipo
salí a cumplir;
mi sueño
se transformó
en pesadilla:
contemplé la hazaña
desde el último piso
de un elegante
rascacielos.

INDUDABLE…

Indudable:
las fotografías
exhibidas
en tumbas, bóvedas y criptas
son sólo
el mito del cadáver.

Por fortuna,
algunos negativos
se salvaron.

ENCENDERÉ LA LUZ…

Encenderé la luz
en noches de tormenta.
–No habrá necesidad
si hay luna llena. –
Indagaré en latín
satanistas volúmenes.

(Esto ocurrirá
siempre y cuando
halle mis anteojos.)

NO OCURRE NADA…

No ocurre nada,
pero el silencio acecha.
Salgo,
encuentro una
leyenda:
siglos, capa,
colmillos y nobleza.

(De repente,
rompe el encantamiento
un conjunto de rock.)

EN UNA RESIDENCIA…

En una residencia
umbría
alguien aullaba.
Violé el cerrojo,
extraje el revolver
con su bala de plata.
Sorprendido encontré
a un ejecutivo
ante su caja fuerte.
Me retiré:
era el principio
de otra atroz leyenda.

PUEDE SER…

Puede ser
–me dijeron con sorna. –
Avanzo, retrocedo,
giro, vuelvo:
quiero trazar
el círculo perfecto.

(Desperté abrazado
en un rastrero baile.)

ADELANTE…

Adelante
la hembra
indicada
su juego.
El hogar chisporroteaba.
Amanecía;
le dejé mi paga.

(Fue como avivar
un fuego de artificio.)

SIEMPRE TUVE EL ANTOJO…

Siempre tuve el antojo
de tener un retoño.
Como cualquier mujer
quedé abortado
por infantiles páramos.

(La flora me perdone.)

ESTOY SEGURO…

Estoy seguro
de haber saldado
mis ingenuas deudas:
libros,
inocentes regalos.
Recibí intimaciones
burocráticas.
Opté
por el libre albedrío.

(Las cubrí
con flores
enviadas por correo.)

RECUERDO…

Recuerdo
una película
donde dos contendientes
se jugaban
tanto al mal
como al bien.

(Hoy los vaqueros
se venden en las tiendas.)

ENCUENTRO PACIENTES…

Encuentro pacientes
figuras con sus cañas
a la espera tenaz
del alimento.

El pez podrá sobrevivir
en alguna pileta abandonada.

(Sus pescadores,
no.)

ESPERO…

Espero;
el humanismo aguarda.
Los niños son cambiantes
con sus juegos:
siempre retornan
al regazo.

Alguna vez
un hastiado tecnólogo
rescatará
tomos de aventuras.

(Ese ha de ser
el Día.)

DUBITATIVO ESTUVE…

Dubitativo estuve
en la encrucijada.
Elegí el sendero
–¿el apropiado?–
La imponente mansión
abrió sus puertas.

(Mi gemelo esperaba.)

NO HABRÁ FINAL…

No habrá final
ni fin:
recorreré
los mismos territorios.

(Pienso en vano
que una galaxia
cuerda
me detenga.)

HE PASADO SIGLOS…

He pasado siglos
–en términos humanos.–
Traté desde el estiércol
a la rosa,
desde la ebullición
hasta la cibernética.

¿Seguirá el justiciero?

(Entérense
en el próximo capitulo.)


EPÍLOGO

LA EMPINADA SENDA…

La Empinada Senda
ordena:
cumpliré su mandato.
Deberé abandonar
el texto.

(Me acosan los
adverbios con sus
dudas.)



De: “El vano justiciero” (versión completa), Botella Al Mar, 1987. 
Imagen tapa libro: archivo de la talita dorada.
Seguimos difundiendo poetas, escritores, que no deseamos que el olvido sepulte. 
Es nuestro grano de arena, en este, nuestro oficio terrestre. 
En todo caso, que sea el lector quien tenga la posibilidad de la última palabra.



Juan Ramón Couchet nació en La Plata en 1929, donde murió el 14 de agosto de 1992.  Publicó, entre 1966 y 1987, los libros de poemas: “Ovni”, “Las trompetas y el juego”, “Del amor en la ciudad” (edición compartida), “Sobre vampiros”, “Mis crímenes y los del obispo”, “La inédita aventura de Henry Rider Haggard”, “Los plebeyos hacedores de Frankenstein”, “Itinerario de museo y humo”, “Las fauces del tobogán”, “De barcos fantasmas y otros cuentos”, “El topo y la muchacha de los cabellos lacios”, “Absurdo y linaje” y “El vano justiciero”.

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