CHARLANDO CON ALMAFUERTE
Al
cínico y al cansado
los
place saberte triste:
cuando
aflojaste no hiciste
otra
que darles razón.
Entregate
a tu misión:
cantá
y ganate el alpiste.
Si tu
don es el negocio
y
hacer números te encanta,
usá
ese encanto: no hay manta
que te
dé tanto calor
y
abrigo como el amor
de
hacer lo que tu alma canta.
Si te
vibra entre las sienes
una
voz que clasifica,
menester
es ver que indica
una
mente intelectual:
no le
des uso teatral,
pensá
por quien de ella abdica.
Si te
sentís responsable
de
quien ignora algo hermoso,
aprovechá
el generoso
afán
de darles placer:
promové
a quien le de ser
a lo
que juzgues valioso.
Sea tu
cuerpo o tu palabra,
o la
música o la línea
la
lengua que tu alma ígnea
elija
para expresar
el
arte que has de crear,
que
alrededor todo tiña.
Si la
música o el canto
le
disputa tu desvelo
a
quien te ama con anhelo
y
elegís ser la canción
que
sea tu composición
el
próximo himno del cielo.
PARA QUÉ ESCRIBIR LO QUE HAGO
A
veces, cuando el poema me regala
los
versos que describen mis quehaceres,
me
digo "¿quién no ha visto amaneceres?
¿Quién
no ha visto vestirse al sol de gala?
¿Quién
no ha mirado el agua que resbala
sobre
el vidrio, y soñado con ayeres?
¿Quién
no ha pensado en todos sus deberes
con un
tic-tac de fondo en la otra sala?
¿Vale
el tiempo escribir la blanca espuma
que
acompaña las olas de los días?
¿Acaso
recordar que sobre vías
avanza
nuestro tren algo nos suma?"
El
tiempo usa una máscara invisible:
se
esconde tras el hábito, infalible.
DE LA ADMIRACIÓN
Cuanto
más uno crece, más se acorta
la
lista de personas que uno admira;
una a
una, transitan por la mira:
su
escrutinio los prueba de ala corta.
El
artista genial de mente absorta,
que
otrora fuera musa de mi lira,
ahora
es un imbécil que ni mira
qué
objeto su accionar (o su obra) porta.
¿Nace,
la admiración, de la ignorancia?
¿Crecer
es vocación de iconoclastas?
¿La
crítica, a elevar el alma, espuela?
¿O
condenar al resto es la arrogancia
de
quien teme dar ser a obras nefastas
y
halla alivio en soñar que nadie vuela?
DÉCIMA
Si me
preguntan por qué razón escribo,
al
galope de una charla sobre el ego,
se me
ocurre que escribir es como un juego,
pero
al pensarlo bien, pierdo los estribos:
"porque
quiero que otros vean lo que percibo,
por
amor, por vanidad, por ocurrencia,
por
dolor, aburrimiento o insistencia".
No
preguntan por qué leo, y coincidimos:
más
lógico es preguntar por qué mentimos
que
por qué es que respiramos con paciencia.
EN REUNIÓN LITERARIA POR ZOOM
¿Qué
pensará mi viejo
mientras
perpetra la invasión al sueño,
y mi
voz en cadencias de Quevedo
es el
muro perplejo
que
impide asedios? ¿Estará risueño?
Mientras
vigila, involuntario y quedo,
mi
reunión literaria,
¿enlistará
proyectos
que
abandoné por libros y dialectos?
¿Sostendrá
la esperanza
de
imponerme su lista temeraria
de
valores que cree que no entiendo?
No
sabe ver la alianza
que
sostienen mis libros con sus gestos,
mis
humildes remiendos.
Su
pasión militar está en los textos
de las
épicas griega, anglosajona;
su
ideal femenino,
en el
amor cortés de los romances;
su
presentir divino,
en
John Donne, en Petrarca y en su Donna;
y ese
triste percance
de ser
hombre completo sin entradas,
esa
miseria es Carver.
¿Qué
pensará mi viejo
mientras
Quevedo enuncia su terceto?
¿No
seremos, Quevedo y yo, soldados
del
muro, y el soneto,
la paz
de su reloj y de mis dados?
¿No me
oirá de tal suerte
que no
halle “cosa en que poner los ojos
que no
fuese el retrato de la muerte”?
En el café
la
veo
la
gran necesidad de las ficciones colectivas
agitar
banderas negras
habitar
con otro el día
en
un café la veo
la
enorme facultad de creer que el tiempo nos vigila
de
creer que Algo se alegra
por
amar la misma insignia
la
veo en el café
la
gigantesca fe de que en dos seres hay poesía
de
que aquello que uno alberga
tan
solo en los otros brilla
del
café aprendido bebo
que
olvidarme un poco debo
de
aquello que me obsesiona
si
quiero cantar la risa de una insignia que ilusiona
religión
o ciencia o arte
¡toda
insignia me apasiona!
pero
en este café veo
el
verdadero estandarte
se
refleja un rostro cómodo, curioso, cauto, abril
es
la amistad la que veo
es
el símbolo en que creo
para
tragarme el café
de
esta negra vida hostil
Las locomotoras del sueño inundan los
pasillos
y el
humo transgresor se impregna en las paredes.
Anoche
no he dormido y hay nubes que no llueven,
y al
no precipitar obnubilan mis sentidos.
La
puerta de la clínica resuena, carcelera;
las
voces megafónicas cuestionan mi pecera;
colmenas
puntillosas se agujan en mi acuario;
soy
pez fuera del agua, boqueando sobre piedras.
Operan
a mi hermano, acribillan mi cosecha.
Granizo
se desgrana en el trigo que en mi noche
sembró,
llena de amor, la punta de mis yemas
en una
espalda curva en que brota todo roce;
bajo un
lucero claro y naval, bajo la esfera;
lunar,
canté mi suerte cifrada en labios y alba;
perdí
el tren de los sueños jugando a ser poeta,
sabiendo
que al crepúsculo a mi hermano lo operaban.
Es un
fantasma azul quien me llama desde el norte;
tiene
forma de médico y me hace un gesto ambiguo;
la luz
lo muestra grávido; el humo, solitario;
La
noche manda a tragar con luz solar sus residuos:
El
médico, sin párpados; y mis ojos, sin manos
para
apartar tantas algas de mi camino a su encuentro.
Espero
que entre el coral encuentre a mi hermano sano
y que
muy pronto durmamos y el descanso no sea eterno.
Sobre el rostro grisáceo de la arada,
contra
un fondo de blanco amanecer,
cabalga
una silueta recortada,
que
tiembla en frenesí, como un querer.
No se
escucha ni tropa ni majada,
¿qué
busca conseguir con recorrer
el
campo en esa marcha apresurada?
¿Será
el jinete un hombre o una mujer?
Hace
dos noches, hubo una tormenta
de
viento y polvo y chapas que volaron.
Papá y
mamá, teniendo los postigos,
al
nene ir a la puerta lo dejaron...
Cabalga
la pareja y se lamenta:
“¡¿Dónde
está?!” “¡¿por qué, Dios, estos castigos?!”
Jugar a ser los otros. Eso hago.
Me voy
probando máscaras e intento
ser
todos. Es así como me invento,
y en
esto nada hay de brujo o mago:
no hay
rostro verdadero tras el plástico,
no hay
gesto que subyazga a tu fachada:
sos
todo lo que hacés (detrás no hay nada)
pues
somos más flexibles que un elástico.
No
busqués tu verdad en un espejo,
ahí
sólo está la máscara que usás
cuando
querés creer que te elevás
por
encima del resto. Acá te dejo
un
último mensaje: no olvidés
que
con cada segundo que se va
podés
hacer CUALQUIER cosa. ¡Andá ya!
¡Salí
a reinventarte de una vez!
El tamiz del poeta al leer es su alegría,
es su
pena, su deber, su poder y su porfía.
Qué se
admira y qué se olvida:
en
ello late el albur que trazará su poesía
y
canta el ave secreta que elige su compañía
y moja
su inquieta pluma, para escribirlo, la Vida.
Poesía inédita de Daniel
Schechtel (General Manuel Campos, localidad del departamento de Guatraché, provincia
de La Pampa, 30 de enero de 1992) / Editor de la revista literaria Gambito de
papel (La Plata, 2014 hasta la actualidad) / Selección de textos y fotos: jmp
1 comentario:
Escribe Daniel Schechtel en su muro de FB:
"Agradezco mucho la generosidad de José Ma Pallaoro, quien se topó con algunos poemas de mi autoría en una Gambito de Papel y me regaló un espacio en su antología bloguera de literatura platense para compartir algunos poemas inéditos (que no cabrían en ninguna obra cerrada).
Quien pase a leer encontrará poemas de momentos y estéticas algo diversos. Para brindar una imagen aún más completa, dejo acá uno compuesto hace poco, en este largo camino, siempre tentativo, de la Poesía.
DOMINGO
Cántaros del retorno, no exageren.
No derrochen canciones en mi anhelo
ni atavíen el hoy con sus ayeres.
Ya no creo en su siesta de palomas,
ni en su escondite cómplice de manos,
ni en sus legatos besos de violines
o el piano de baldosas de aquel patio.
Ahórrense luciérnagas;
oscuras, tácitas mi sed prefiere
las lágrimas acústicas
del solo melodioso que nos hiere."
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