1
VACAS
GORDAS
Me
envuelven, se pegan,
acosan,
me tapan,
pieles
de grasa
de
infinito vacío que va llenando,
vacas
gordas pastando
sobre mi cuerpo,
en mi piel transpirada,
se
cierran,
y
quedo en el fondo
reservada,
muda.
2
a Emilia
Ponerte
un nombre:
gracias.
A
tus ojos inquietos:
rescate.
Hacer
de madre
subiéndome
a caballito
en
cada cuento
siempre
es ahora
dejo
una puerta abierta
por
donde pasan las dos
¡vengan!,
acá estoy
ahora
a las muñecas,
–“yo
te cuido, bebé,
pórtate
bien”–
vayamos
a la plaza
a
tomar solcito
multijuegos
otra
vez
salto,
descubro
ratos
perdidos
caricias
que recuerdo
te
toco, te beso
digo
tu nombre:
yo no me voy.
Estado
presente del pasado de siempre
que
buscaste la puerta
que
no se cerró
veo
en tus labios las viejas fotos
que
no se sacaron
pero
me acabás de contar.
¡Vení!,
vengan,
necesito
un abrazo
ya
que
encontré
tu nombre:
todo el amor.
3
Las
luces del puerto
son
cruces
a
mis ojos sumergidos,
los
miro,
detrás
de la cortina
un
cristal gélido
nos
separa
no
quiero
que
me encuentren
vacía
de excusas
sólo
los miro,
acaso
los espero,
tiempos
sin tiempo
quizás,
aprenda
que el amor
es
mudo
y
en la profundidad
del
mar
queme.
4
Cómo
quitarlos
de
mis sueños
para
estar a mi lado,
cómo
arrancarlos
de
la angustia
como
una daga
clavada
en mi garganta,
así
poder estar juntos,
cómo
domarlos,
brutos
impulsos,
cómo
contarles
lo
nunca escrito
aún
ardiente en mi aliento
si
pudiera...
si
los tuviera...
¿dónde
estarían?
5
trece
pisos de caída.
un
vuelo.
dejame,
bajar al fondo
mi
pecho apretado al tuyo
quiero
ver tus ojos
no los recuerdo
mirame
ahora, ¿sentís?
estás
adentro mío
abrazame
quiero
salvarte
sin
embargo no puedo
no
te asustes
estás
conmigo, mamá
es
que perdí los recuerdos
y
me resisto
es
el tiempo juntas que ya no siento
es
Emilia que me ayuda
es
mi cuerpo
el que no quiere ahogarse
te
invento de nuevo.
tocá
mi pecho agitado como te busca
no
me dejes otra vez, mamá
como
otras veces
yo
no te dejo caer
sola
hacelo
conmigo
volvamos
juntas a la superficie.
En
el filo balcón
se mece,
planta
que escupe veneno.
Y
recoge
a diario
el
repudio del vecino
de
uno que pasa,
uno
solo,
que
sabe a cuántos mató
que
sabe a cuántos mató.
y
volverá a pasar
solo,
tal vez uno más,
volverá
a pasar.
En:
“Si Hamlet duda le daremos muerte. Antología de poesía salvaje”, Libros de la
talita dorada, colección Los detectives salvajes, 2010.
Verónica
Sánchez Viamonte (La Plata, 1974).
Foto:
Carlos Aprea. Archivo de la talita dorada.
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