AUTORRETRATO
Una muchacha
istriana desciende, hace ya más de medio siglo, por la dulce colina que yo
ahora remonto.
Hace ya más de
medio siglo, un muchacho ansioso de albas y con mil futuros en los ojos rueda
por otra dulce colina.
Hacen un nido en un
país de tierras largas
Donde la mirada no
tiene fin.
Y, como es de
esperar,
dan a luz un
pájaro.
TANGO
En la esquina el
farol que inventa de amarillo el empedrado, la lluvia cómplice con sus viejos
soldaditos de plomo y la noche pesarosa sabiendo a caña y a muerte.
Adentro, el
chambergo pintón, el ademán viril y sereno del hombre, la entrega dadivosa de
la mujer.
Y el filoso puñal
en que se espejan.
GRUPOS SANGUÍNEOS
Las sangres se
mezclan.
Mi árbol hemológico
(claro está: hasta donde se sabe) se compone de glóbulos germanos y eslavos.
Atraído por el
juego decidí mezclarlos con otros, latinos e indígenas (claro está: hasta donde
se sabe).
El problema comenzó
a interesarme ya en la infancia cuando, incrédulo aún, vi por primera vez al
vampiro.
RECURRENCIAS
El hombre sueña que
vuela o que anda en bicicleta por el agua.
No se eleva mucho
del suelo ni el agua es un mar (apenas un arroyo o quizás un mero charco).
Sueña que no está
en primera fila, pero (y esta es su mínima seguridad) no más allá de la
segunda.
Tiene también
pesadillas menores.
De pronto se
descubre desnudo en la oficina o, en la menor de las desgracias, con un solo
zapato.
O alguien le
pregunta por su nombre y no puede responder.
O cava sin cesar en
el sitio exacto donde cree haber enterrado a su víctima.
BALADA DE LA
VACA MADRINA
Mi padre trabajaba
en el frigorífico Armour de Berisso.
Allí, lo dije ya,
dejó su juventud y sus huesos.
Nunca hablé de su frustrado crimen.
En las sobremesas nocturnas me contaba de la vaca madrina.
Nunca hablé de su frustrado crimen.
En las sobremesas nocturnas me contaba de la vaca madrina.
Siempre al frente,
oronda y feliz, conducía a las demás a la muerte.
Una vez que el
largo cortejo arribaba al final del brete, la vaca madrina hacía un giro a la
derecha y regresaba sana y salva por otro brete.
Las víctimas,
seccionadas con esmero, terminaban después de un largo proceso en forma de
salame o sobre una parrilla o…
¿Has visto alguna vez los ojos de una vaca? –me preguntó un día mi padre.
En tantos años de trabajo era imposible no terminar enamorado de las vacas.
¿Has visto alguna vez los ojos de una vaca? –me preguntó un día mi padre.
En tantos años de trabajo era imposible no terminar enamorado de las vacas.
Cuando llegó el
momento del sacrificio, mi padre, por justicia o por piedad (¿quién lo sabe?)
pidió ser el verdugo.
Y le dieron la cuchilla de mejor acero.
Y le dieron la cuchilla de mejor acero.
Cuenta que le miró
los ojos y que nunca supo si le hubiera dado o no la cuchillada definitiva
porque, así como así, la vaca madrina bajó los parpados y
se derrumbó para siempre a sus pies.
se derrumbó para siempre a sus pies.
…
Sabes que ya nada
podrás contra ella.
Selección de textos: Jmp. En “Antología
poética”, FNA, 1996.
Foto: Octavio Prenz y José María Pallaoro, Librería
de Umberto Saba,
Trieste, Italia, mayo de 2013.
Archivo de la talita dorada.
Juan Octavio
Prenz nació en La Plata en 1932. Vivió en Belgrado entre 1962 y 1967.
Reside en Trieste, Italia, desde 1975. Ha desarrollado una importante labor
como traductor al castellano de la poesía yugoslava. Publicó numerosos trabajos
críticos sobre literatura hispanoamericana y la literatura comparada. Entre
otros (narrativa, ensayo, traducciones), publicó los libros de poemas: Cuentas
claras, Apuntes de historia, Habladurías del Nuevo Mundo, Cortar por lo sano,
Antología poética.
3 comentarios:
...SÍ, PRENZ...
Bellos poemas.
Soledad: siempre agradezco tus comentarios.
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