LARA VILLARO Poemas inéditos y otros poemas


 

Inéditos

 

 

I

 

de todas las palabras, la última/

de toda la noche, este instante.

 

 

II

 

aquello que sigue siendo pregunta/

ese es mi jardín florido.

 

 

III

 

sembrar el aire con un fruto

no nombrado/

no esperar todo de la noche

ser

       la oscuridad.

 

*

 

En Poemas invictos, 2012

 

 

La tinta que infecta mis venas

Tilda la escritura

 

aliento seco

de mujer de crin dorada

sin voz

para nombrarse

 

desidia de no reconocer más

el contorno de sus pechos.

 

 

 

“En la sopa de pescado, a la que Ilsebill había dado color verde con alcaparras e hinojo,

nadaban blancos los ojos de merluza, que significaban felicidad”

El Rodaballo, Gunter Grass

 

colibrí sediento/

conmocionas tus manos aladas

tu mirada de agua tibia/ de sal y espuma.

el cielo emprende tu aventura de cristal

es amanecer tu despedida

 

el fuego en la yema de los dedos

aliento voluptuoso de amapolas

¡cómo mutas Ilsebill!

la tierra de llanto

con gotas soberanas de

reino celestial

y despiertas las jaulas de los senos

en la supuesta árida meseta

donde nada crece más que tu latido

¿cuál es el cielo que roza tu espalda?

¿cuál es la tierra que alimenta tus pies?

el agua que beben tus peces

el aire que respiran tus pájaros

tus sueños sigilosos, Ilsebill

tu fábula cristalina

diáfana

vuela,

peregrina de la luna

el viento corteja la belleza de tu errante andar 

vuela, Ilsebill,

vestida de violetas desnudas

y despierta la sangre dormida

de la madre

que brota en las pupilas de la tierra. 

 

 

 

Germina adentro una niña

que parece mujer

o pájaro.

Con forma de elefante hambriento

con aroma a limón.

 

Germina como el ginkgo

dulce pero rancio

crece sola una semilla de suave algodón,

acaricia y a su vez

lastima

como los colores del cielo

o las ollas vacías

voy a llamarla amapola

(debemos poner nombre a los nativos).

 

En algún sitio nacerá el fruto

que por fin sabrá nombrarme.

 

 

 

Has dicho las palabras

todas

sigo oliendo a lavanda fresca

a musgo

a orilla

ningún espejo reflejará mi rostro

hasta no despedazarme,

 

como un lobo

la luna (para alguien)

despierta de una larga letanía

descubre que el fuego se parece al sol

pero no puede sujetarlos.

 

Las llagas marcan tiempos sin cronología

Inverosímiles,

busco en una almohada vieja

dónde se ha quedado atascado aquel soberbio desvarío.

 

 

 

A Julia, por dejarse llevar…

 

No era mía

lo sabía

lo supe siempre

sin embargo,

ay! sin embargo.

Lloré sus lágrimas de río

amé con terquedad su inofensivo rostro

sospeché mío su júbilo

ensayé respuestas para todas las preguntas

que nunca a mí me hizo

apreté con fuerza adolescente su manito de niña

y cuando pude

sólo cuando pude

le solté la mano de madre inoportuna

y la abracé al rocío.

 

 

 

las caracolas descubren sus nervaduras

cuando los pájaros que no oímos

cantan

y las musas imaginarias se revuelcan en los

sótanos suburbanos

hay que saber arrullarlas

y de las nervaduras

irrumpirán

volando

mariposas.

 

 

 

Sin pies

Sin manos

Sin mentón para apoyar la mano

Sin talón para apoyar el pie

 

 

pupila en grises

te opones

a la continuidad del lienzo

 

 

 

(mujer en taburete)

 

 

 

En esta casa de paredes descascaradas

De sabor a lavandina barata

De humo de tabaco quemado

De ingrato césped sin cortar

De prolongada espera

 

En esta casa

De infinitas controversias

De escamosas sábanas

Que solían ser pólvora

 

En esta casa

Que reía hasta que las bocas se arqueaban

Que lloraba en los hombros de sus aristas

 

En esta casa

Hay alguien que presenta

Su ausencia a escondidas

 

 

 

Lara Villaro (La Plata, 6 de marzo de 1976) /Fotos: jmp