OLGA EDITH ROMERO Con mi equipaje a cuestas




  


“…Cierro los ojos y sueño
Con el olor de un país
Florecido para mí.”
María Elena Walsh


CAMINOS

Con mi equipaje a cuestas,
la soledad colgada de mis hombros,
en pueblo de caminos bifurcados,
sin saber qué dirección tomar ,
se borraron mis pies sin explicarlo.
Fue difícil pero un perfume de flores
me guió hasta las puertas de la vida
y aquí estoy desenrollando letras.


OLVIDOS

Soy esa mujer
que olvida todo,
dónde dejó las llaves,
dónde quedaron los anteojos,
todo lo olvida.
Dónde puso la agenda,
dónde dejó los ojos de mañana
(tal vez sobre tus ojos),
todo lo olvida.
Dónde quedaron las risas
y los juegos,
que olvida todo.
Dónde puso el amor,
dónde las manos,
todo lo olvida.
Dónde dejó la ternura,
dónde la pasión.
Tal vez sobre la mesa
y descuidada
se mezcló con las migas
y al juntarlas con un trapo
fueron a parar a la basura.
Pobre de mí,
que no me olvide la vida
en cualquier parte.


ISLAS

Hay en este mundo diversas islas,
algunas verdes, perfumadas de trinos,
otras cubiertas de espinas e higuerones
con sus largas raíces asfixiantes,
otras que son desiertos de piedra y arena
pero en todas ellas hay algo que vive,
seres grandes y pequeños que la habitan,
hermosos u horribles según nuestra mirada.
En algunas solo escarabajos e iguanas
que se convierte en el corazón latente de ellas.
Son todas distintas y algunas son icebergs
que flotan llevando algunos osos polares distraídos.
Cada isla es uno de nosotros.


RAYO DE SOL

Hoy ha entrado
un rayo de sol por la ventana.

Es triste el invierno,
triste la tarde que muere tan temprano,
tristes las noticias de los diarios.

Pero un rayo de sol
se ha asomado
y entibia el lugar que alumbra,
se dispara sobre las cosas
y destaca colores perdidos.
Estalla en el cristal,
golpea sobre la mesa
sin poder perforarla,
reverbera en espejos
y en una gota
deja olvidado
el arco iris.



“Sólo nos queda alzar el propio bosque,
poniendo en lugar de los troncos,
las ramas y las hojas,
este follaje entreverado
de palabras y silencio…”
Roberto Juarroz


ESTE MI PUEBLO

Este mi pueblo era un pequeño bosque
limitado por dos arroyos claros
donde las casas, cada tanto,
reflejaban el sol en sus techos de cinc
y de tejas coloradas.

Pero llegaron a él tantos habitantes
que cortaron sus árboles,
construyeron sus casas - conejeras
de tres o más pisos
y ensuciaron los arroyos.

Los antiguos pobladores
cargaron su tristeza al hombro
y armaron diminutos bosques
que llamaron jardines.

Allí tienen la música secreta
de los pájaros
que se prestan unos a otros.

Allí también recuperaron el silencio.


EN EL JARDÍN

En el jardín se siembran las semillas,
allí se ven crecer día a día los brotes,
les remueves la tierra y sacas las malezas
hasta que esa planta que cultivas,
crece y da flor.
Allí se ven los ciclos de la vida,
todo alguna vez nace y crece,
también se reproduce en matas
y también muere.
Pero nada se pierde
porque esa planta agotada
servirá como abono a otras plantas
y les dará vitalidad y fuerza.
Por qué llorar cuando muere una hierba
si hará que florezca otra.
Se mezclarán con tierra sus partículas
como lo harán algún día
nuestros huesos- cenizas.


SUDESTADA

El viento del sudeste anuncia tormenta,
la noche tiene la oscuridad de una sartén de hierro.
Allá en el río las amigas estarán atentas
para salir a llevar sus autos a lo alto.
Acá la calma es tensa
y de a ratos la luna asoma entre nubes,
vecina chusma que espía lo que ocurre.
Vuelan luciérnagas confundidas
y desaparecen al instante
devoradas por un monstruo negro
que no se muestra.
El viento arrastra perfumes
de pequeñas estrellas terrestres,
ramas de árboles
y recipientes de agua vacíos
dónde han bebido los perros.
La lluvia llega de pronto y se descarga,
como río caudaloso sobre el techo de chapas.
Hay que esperar que amaine
dice el padre,
y se retira a dormir mientras deja
que la naturaleza se transforme.


VIENTO

El viento sacude mi ventana
toda la noche,
gime lejanías
con su llanto de sauce,
fractura el limonero.
Hace sonar los goznes de la puerta,
desata pensamientos,
sacude el patio techado,
agita los recuerdos,
despierta las brujas de las casuarinas,
destruye los silencios.
Amanece en los brazos de la lluvia
y se queda a vivir otra mañana
sin importarle que un pájaro muerto
debajo del ciprés,
lo declare culpable.


ATARDECER DE INVIERNO

A las seis de la tarde
cuando las sombras se alargan en invierno
una bandada de pájaros regresa
no sé muy bien de qué lugar
y sin importarles
que los árboles están sin hojas
se convierten en su abrigo.
A esa hora en que la tarde se despide
salgo a caminar con la simple compañía
de un dibujo oscuro en la vereda.


SECRETOS

Hay secretos que no se cuentan
están allí, guardados en un cofre
del cual sólo yo tengo la llave.
Y a veces los saco y los observo
como a esas fotos viejas
y descoloridas,
y me arrancan una sonrisa o una lágrima.

Hay secretos que no se cuentan
y de los cuales alguien sabe un poquitito,
pero solo tiene algunas piezas
de ese rompecabezas imposible de armar
si yo no participo.

Esos secretos se irán conmigo algún día,
nadie debe escandalizarse por ellos,
porque solo a mí me acompañan.
Nunca serán escritos ni compartidos,
están tan dentro mío
como el agua en la lluvia.



“La realidad no se desvanece
como se desvanecen los sueños.”
Wislawa Szymborska


INSIGNIFICANTES

Sobre la mesa del jardín
hay un corpúsculo de tierra.
Así como él somos nosotros,
tan insignificantes
que hasta una brisa
puede hacernos desaparecer.


BUSCAR DENTRO DEL PECHO

En este ir y venir
del útero al afuera
hay precipicios
y a veces hay que extender los brazos
y volar
hasta el sitio seguro más cercano.

Abrir un tajo,
buscar dentro del pecho
y alcanzarle las cuerdas
a quien se le ha dañado
el instrumento
con que hacía brillar
los días y las noches.

No todo es irse por las ramas.



  

 


Selección de poemas y fotos: jmp
En Irse por las ramas, Arte editorial Servicop, La Plata, abril 2020
Olga Edith Romero nació en La Plata el 4 de octubre de 1949, vive en City Bell

EMILIANO TAVERNINI Yutuyaco

 


 YUTUYACO

 

 

PLATA

 

“Y se acabó el diminutivo, para

mi mayoría en el dolor sin fin…”

César Vallejo, “XXXIV” (1922)


En el año del hambre el hierro

sonaba hueco con los golpes del herrero

de papá que buscaba un pan sin horno

salimos con mi hermana

un frío de invierno que calaba los huesos

con hambre

el pueblo una calle

ocho ranchos

el almacén del gallego al fondo

papá que nos mandó de noche fiarle al gallego

una galleta para el caldo.

Pasamos por la escuela

estaba abierta

-ejá de joder y apuráte quiáce frío.

Entramos al almacén

y el gallego tomaba sopa

un hambre

ni nos convidó.

Le pedimos el fiado

-La noche no está para calle mocosa

a tu padre

saludos

y nos tiró unos miñones secos.

A la vuelta un viento de padre y señor mío

mi hermana salió carpiendo y la puerta

oscura la escuela

la puerta abierta

y un brillo de luna llena en la espalda.

Un jinete anónimo

espuelas, facón y rastra

de plata

parecía que disfrutaba de mostrarse nomás.

Un jinete detenido me saludó

del caballo cayó una moneda

parecía un trozo de luna

y se esfumó.

La puerta golpeaba abierta,

campanas retumbaban por rincones de la escuela

y de mi alma.

Tranquilamente esta sería una historia de fantasmas

yo no sé

lo que sí sé

es que al gallego miserable al otro día

le pagué los miñones.

 

 

HACHAZOS QUE NO MATAN

 

Le dije mantenete a raya

que no quiero ir a jugar

de esta raya de tierra y yuyos para allá vos

de esta raya de agua y eucaliptos yo

andá a lo de la hija del herrero, andá a lo de la hija del gallego

dejáme que tengo que cortar leña

corréte o te doy

hachazo en la cabeza

y a otra cosa mariposa.

Cosa de chicos, cinco puntos

un verano de mosquitos y paños fríos la encontró en la cama

yo siempre digo

hay rayas que es mejor no cruzar

menos si jugamos a cortar leña para la salamandra

 

 

POR DONDE EL DIABLO PERDIÓ EL PONCHO

 

Ahí viene el tren,

el maquinista nos tira leñas y carbones

como a la pasada

zafamos el invierno

pobre hombre como si tuviera tanto

el domingo que viene con mamá

le vamos a colgar del tala una torta

bien amarilla de huevo

por haber disimulado tanto frío.

 

 

UNA VENTANITA

 

Llega mi futuro esposo

un ramo de fresias

la fragancia en la ventana

papá termina con la herradura del caballo

le da un apretón de mano y se lo lleva bajo el tilo

no sé si agarrar las flores

a lo lejos se define mi destino

fresco y a la sombra

cocinar, lavar y planchar

se aprende

entre mates y apretón de manos.

 

 

VISITA ILUSTRE

 

-¡Se le descosió el saco a Julio Sosa!

El presidente desvaría en el Club de Fomento

-¡Hay que zurcirle el traje a Julio Sosa!

tiempo al tiempo

y que espere el varón del tango

que si el tiempo no tiene tiempo

qué perfume, que me vea la hija del carpintero

al tiempo no le da tiempo

que se le hace la novia

que sepa la posteridad que le cosí el saco a Julio Sosa

no pude ir a verlo por trabajo

pero trabajé para él

bese su saco

le saqué las pelusas

le pasé la plancha

que sepa lo que es bueno

en el pueblo cosemos mejor

que en las cooperativas de la capital.

 

 

SALIDA

 

El día de la Virgen de Monte Viggiano

hay que bañarse y bien arregladito a la procesión

este año por el centro

porque si no se cumple con los santos

después a llorarle a la Virgen de los Tereques.

Ayer el Fray se vino a curar la ojeadura

tenemos que estar todos,

nos va a bendecir muy especialmente.

Y aunque prefiero las marchas de soldados

jugar en los tanques, subir a un jeep

silbar a los policías, aplaudir a los bomberos

tomar chocolate caliente

no se compara con

-Si te portás bien hay helado

mirá, ahí pasa la virgen

qué linda que está

tirále flores, tirále flores.

 

 

CRUZ DE SAL

 

Esta lluvia que no para y paulita en la calle

olor a huevo, harina y el fuego

cocinando una salsa

los tallarines son amasados con las manos que tanto criaron

que le dieron forma a tanta masa cortada sin pastalinda

los callos de los dedos llevan la mancha de cada golpe

de cada caída de hijo extraviado

¿y paulita?

los truenos sacuden el chaperío

la piedra congelada anuncia tragedias

todavía por venir

salgan a ver por la ventana

como graniza, terrible

el patio se ve blanco

la frase mágica rompe la postal:

bueno basta pasáme la sal gruesa

bajo la lluvia, bajo la piedra, bajo la ola polar

se cubre la cabeza con un pocho

marca una cruz de sal en la calle

y sanseacabó.

 

 

COSA DE BRUJAS

 

No sea pavo hijito

da vuelta un vaso

ponélo bocabajo

y encontrá lo que perdiste

¿la lapicera? ¿el cuaderno?

¿la alpargata negra?

¿la pastilla redonda redonda?

¿la correa del perro?

Inverosímil todo surge

el big bang si se da vuelta el vaso

la vergüenza

esa es la que no me aparece abuelita

leí mi vida en un diario íntimo

que era la noticia del día la crónica policial la página amarilla

soy el criminal con el vaso a medio llenar

que nunca nos falte el agua.

 

 

A LA MESA

 

Algún que otro

consternado

podría pensar que es un Cristo con polleras

cuando multiplica los panes,

cuando hay más hambre que ratón de iglesia

siempre hay una puerta

un cajón o la incógnita del qué quieren comer

de la que saca el alimento vital

como un mago sus palomas.

Puedo testimoniar que de una tortilla comían seis

más las visitas

incluso se repetía

y quedaban sobras para el perro.

 

 

DESPEDIDA

 

Un día antes del día de la madre

la que tanto crió

se fue ansiosa de cielo

de viento de sol

otra demostración de su humildad

para qué tanta cosa dirá

mientras cose estrellas

y zurce nubes

se pone colorada de risa con el atardecer

y refresca sus piernas con la lluvia

que ya no duelen

porque ya

nada duele.

 

 

Poemas inéditos escritos entre el 2010 y 2013. Tavernini reelabora recuerdos narrados por su bisabuela que vivió en Yutuyaco, localidad al centro-oeste de la provincia de Buenos Aires, limitando con la provincia de La Pampa. Yutuyaco es voz mapuche, significa “bebedero de las perdices”.

Emiliano Tavernini ((Olavarría, provincia de Buenos Aires, 26 de junio de 1985)

Vive en Villa Elisa, partido de La Plata / Fotos: jmp

MATILDE ALBA SWANN Estos versos que nunca leerá nadie



GRILLO Y CUNA

De un bosque donde crecen
nomás 
cunas, mi madre
cortó un columpio dulce,
maduro para el tiempo primero
de mi infancia.

Juntó flores de luna dormidas
en el agua, mi madre
y me las trajo,
con un azul silencio
robado de algún sueño de río
a ser mi canto.

El viento entonces iba
silbando
como un hombre
que vuelve del trabajo,
mi padre, como un ala de viento
sacudía
las ramas a su paso,
y a veces su latido temprano,
más temprano
que el bronce aún, despertaba
tañendo
campanarios.

El sol
como un abuelo de incendio
nos decía
su cuento cada día, de luz,
en la ventana,
y el techo, y las paredes, y el huerto
y la paloma y el patio,
y la mañana,
cabrían en el puño dorado
de un durazno.

Mi padre
sembró grillos
de suerte en los rincones,
más pobres de la casa.

De noche nos cantaban
perdón
por todo el hambre del día
y prometían
espigas y racimos
que acaso maduraron después,
cuando fue tarde.

Así crecí, los seres
de lluvia me llevaron consigo
a todas partes.

Fui lágrima en el llanto del sauce,
fui diamante
quebrado en las raíces frustradas
de algún barco.

De tarde
descifraba señales en el cielo
mi madre,
por las noches,
mi padre me alcanzaba la voz
de mis abuelos, en una
remembranza ternura
con los ojos
callados,
y las manos dormidas
junto al fuego;
así crecí.


MADRE POSIBLE

“Te poblarás de amor
adopta a un niño”

Pude haberte soñado, un día acaso
fui el alma y la carne de otro niño,
fui distinto una vez,
tuve una almohada
y un lugar en la mesa, y una espera,
y una blanca piedad
a mi costado.

Todavía
no crecían en torno las malezas
del encierro, ni el búho
todo sombra,
nos blandía su grito.

Cuánta espina y qué invierno tan severo.
No nací todavía, soy el beso
que se quiere sembrar,
violín, gemido,
desasido, disperso amor
y ansioso.

Ya te elegí, prefiéreme, infortunio
que nos torna sin signo
a distinguirnos,
todos iguales de dolor
y solos,
unos más tristes que otros, el tercero
de la fila, prefiéreme
vencidos
los más viejos once años, no me dejes.
Como en cuclillas, sembrado en ti,
brotado,
quiero nacer, crecer, llegar a niño.

Será verano, será mujer ternura,
sol el nido, sol el brillo del aire
y un regazo
madre el cuerpo trigal.

Seré el susurro
del azúcar, adentro, en el jugoso
corazón del racimo.

Madre mía posible; madre
y mía.

Si me quieres contigo, si me llevas
si me aprietas a ti, si me asimilas
a tu voz, a tu piel a tu sonrisa,
a tu manera de ser feliz,
es cierto,
será verano frutal, tú serás plena,
yo seré por tu amor,
desde ti,
niño.


MON AMOUR

Tal vez en Hiroshima;
tal vez nunca.

Eres yo misma, yo soy tu nervio y tu dolor
sintiéndote; te pronuncio
con mi aliento, me nombras
con tu sangre.
                    Mon amour, tus manos,
déjame estar así, no estar, perderme,
sumergir, sucumbir, no ser,
soltarme,
una incoherente voluntad me arrastra
húmedo sitio de memoria, fijos
ojos de un gato negro,
de improviso
fosforescentes como dos secretos
desnudados,
me miro,
sótano antiguo de tortura y hondo,
loca de hoguera y alarido
huyo,
quiebro mi imagen, quiebro mi pupila,
rompo mi espejo, mi presencia,
salto,
salto todos los cercos, cruzo el viento
corto todos los campos, los veranos,
bebo todos los frutos,
me consumo, y me derramo a perdurar
veinte años.
                    Fue una leyenda que guardé,
veinte años, en cada tramo de latido
en cada
pedacito de piel y de cabello.
Irremediables de memoria juntos,
deja que salga a gritos de esta noche,
irresistible de ansiedad, me llevan
soy de aquello que calzo, que me viste,
cien potros vienen por su cuero,
huyo,
interminable corredor, paredes
exhalándose en puertas
imposibles y posibles
herméticas,
abiertas,
una pared me arroja hacia la otra,
inacabables de impiedad
me arrojan,
y recogen y juegan
al sollozo conmigo, y a la risa.
Recortados del conjunto, solos
bajo la lupa,
expuestos,
quiero olvidar que existo,
que no podré dejar de padecerme,
y me renuevo y me desgasto y sigo.
Alguien recoge mi silencio y grita,
quién, desde cuándo, dónde,
me acurruco;
ensayamos morir y no morimos,
nunca aprendimos a nacer y estamos
sin embargo naciendo
irremediables.
Esta exótica forma de tu mundo
esta palabra occidental que sabes
aprendida de mi piel,
tu cielo,
estas estrellas con que vas hablándome.
Almendrados
ojos tristes, me intuyes,
hombros míos altivos,
te recuerdo.
Alguien tuerce mi mano hasta arrancarme de mi grito
y huyo,
y me persigo y huyo
calle arriba y abajo, y mi latido sobre la piedra
noche vacía, corro
sobre la llama,
corro,
la detonada soledad, vacío,
mundo vacío, corro
y esta estridente oscuridad, te he visto
en todos los descansos para piedad, te he visto.
              Quiero llorarte mon amour, protégeme,
desciende tu mansedumbre
sobre este vivo torbellino mío,
trázame
como una figura en tu cuartilla,
bórrame……………………….... toco tu piel,
muerdo tu piel,
quiebro mis dientes en tu piel, la escucho.
Dónde comienza una esperanza, cuándo
fue la primera vez
que sollozamos.
              Duelo por alguien a quien no conozco,
alguien duele por mí, sin conocerme.
Manos tuyas creándome y matándome;
mon amour, tus manos,
cómo he llorado,
               y cómo estoy llorando.


EL HIJO QUE NO QUIERES

Tú quieres que no sea,
pero cómo...?
Tú podrás acaso devolverme
a mis noches azules
y a mi anhelo,
y a aquel amanecer de mis sentidos
brotando hacia tu luz
del cautiverio.

Tú podrías acaso devolverme
el asombro
cuajado de rocío
de mis ojos mirándose en tu cielo,
la primera canción con que vibraron
las voces más ocultas de mi cuerpo,
y el llanto que lloré sobre mi gozo,
y la sonrisa que premió mi miedo.

O pretendes tal vez
que te devuelva
la chispa que encendiste con tu aliento,
y tu ruego,
y el grito de placer de tu conquista,
la promesa mojada de tus besos
y el escondido nido en que durmieron
tus ensueños de amor
sobre mi pecho.

Tú pretendes
que vuelvan a tus vides
las burbujas que en vinos derramaste,
y que vuelva la miel
a mis panales,
y a mis sienes las blancas azucenas
que adornaron tus rojos estandartes.

Tú quieres que no sea,
pero cómo...?

Cuando cavan tus aguas
por mi cauce,
y hacen sombra de luz sobre mi suelo
las bermejas corolas
que sembraste.

No me pidas, ni exijas, ni me mandes.

Ya no arrulla en tu almohada mi blancura,
y la elástica carne que tú amaste
es apenas
un copo de ternura.

Tú quieres que no sea,
que deshaga
esta mezcla de soles y de estrellas
y que vuelque mi plétora en la nada.

Y en tanto tú reniegas de tu rama,
se dibujan
tu boca y tus pupilas
en la arcilla caliente de mi entraña.

No me pidas, ni exijas, ni me mandes,
tú quieres que no sea,
pero es tarde.


PADRE

Cuando venga tu padre…
Inútil amenaza,
tú seguirás jugando,
y romperás los vidrios, si quiere el pelotazo,
y harás mal los deberes,
si asciende por tu mente, airoso y desplegado,
tu sueño en barrilete.

Cuando venga tu padre…
mas tu padre comprende,
y escuchará los cargos fingiéndose enojado,
hasta que tú te alejes.

Después,
dirá en voz baja,
que así, como ésta tuya, fue traviesa su infancia.
Y en tendido descanso, desandará dichoso
los ojos entornados,
los días de rabona, los juegos en tejado,
el rostro de la madre
y aquel padre tan hombre que los dejó temprano,
y sentirá de pronto el terror de perderte,
o de que tú lo pierdas,
y buscará tus pasos,
e irá con tu recuerdo trepando
hasta la rama lejana de aquel árbol,
follaje como entonces
refugio de ese miedo de suelo
de los pájaros.

Cuando venga tu padre…

Y quien llega es un niño
adormecido en hombre,
que en vez de reprenderte, se enternece
añorando.


POESÍA

Hoy estuve, domingo entero
entera,
reclinada en costura
de mis hijos.

Cómo hubiera querido escribir versos…

Cómo estuve latiéndolos en tanto,
lenta mi aguja
transitaba linos,
ángel el aire, y a lo alto un río
todo surcado de
bajeles blancos.

Mis pequeños traviesos,
si supieran,
si pudieran sentir ellos mañana
que se llevan vestida
mi poesía,
la más honda y nostálgica,
aquella
que dejé de escribir
por ser tan madre
como hubiera querido ser poeta.

Estos versos que nunca leerá nadie,
sin palabra, la tierna
dulce estrofa
silenciosa en costura
de domingo.


APUNTES PARA UN REPROCHE

Te esperé hasta recién;
estás de fiesta.
Mi casi otoño
no me deja ambular
tu primavera.

Esperé tu regreso;
yo quería
escucharte contar, luz de alborozo
las campanas de amor
que resonaron
en tu trémulo espacio.

Te esperé hasta recién;
tú ni recuerdas
esta lámpara
lenta
que te aguarda.

Tu padre lee, él no sabe
de estas cosas
profundas
de mujeres. Tus hermanos,
florecidas cabezas
en la almohada
que parecen jugar
a estar durmiendo...

Tardas mucho; te esperé
hasta recién,
ya no te espero.

He de mirar tu lecho,
puro nardo,
el libro
que dejaste abierto,
tus todavía muñecos, las paredes,
y devuelta
de este inmóvil vagar
por un paisaje
de presencias sin nadie,
pensaré,
con la misma tristeza inevitable
de otras noches iguales,
que tal vez
no sé,
no fuera absurdo
que me hubieras llevado.

Tu padre lee; él no sabe, ni sufre.

Las mujeres
nos sentimos tan viejas
si quedamos.


BALADA DEL JUGUETE MANSO

Dame una pala, rastrillo,
semilla arado,
granero.

Quiero que quiera mi niño
jugar a ser buen labriego.

Dame un sueño
de campiña dorada y sol
juguetero…!

Dame una fragua, martillo,
yunque, canción
chispa, fuego.

Quiero que quiera mi niño
jugar a ser fuerte herrero.

Dame un sueño
de trabajo forjando paz,
juguetero…!

Dame una sierra, cepillo,
clavos, escoplo,
madero.

Quiero que quiera mi niño
jugar a ser carpintero.

Dame un sueño
de mecida cuna en vaivén
jugueter…!

Dame pupitre, pizarra,
letra, número,
cuaderno.

Quiero que quiera mi niño
jugar al dulce maestro.

Dame un sueño
de vigilia prendiendo luz
juguetero…!

Dame una barca, sirena,
mar claro, faro,
ancla, puerto.

Quiero que quiera mi niño
jugar a ser marinero.

Dame un sueño
de aventuras y cielo azul,
juguetero…!

Dame un balón, sube y baja,
columpio, salto,
trapecio.

Quiero que quiera mi niño
ser simplemente pequeño.

Dame un sueño
de encendida, reída edad,
juguetero…!


POBREZA A LOS 10 AÑOS

Toda mi angustia tuvo la forma de un zapato.
De un zapatito roto, opaco, desclavado.
El patio de la escuela… Apenas tercer grado…
Qué largo fue el recreo, el más largo el año.
Yo sentía vergüenza de mostrar mi pobreza.
Hubiera preferido tener rotas las piernas
y entero mi calzado. Y allí contra una puerta
recostada, mirando, me invadía el cansancio
de ver cómo corrían los otros por el patio.
Zapatos con cordones, zapatos con tirillas,
todos zapatos sanos. Me sentía en pecado
vencida y diminuta, mi corazón sangrando…
Si supieran los hombres cuánto a los diez años
puede sufrir un niño por no tener zapatos…
Que anticipo de angustia. Todavía perdura
doliéndome el pasado. El patio de la Escuela,
y aquel recreo largo…
Mi piececito trémulo, miedoso, acurrucado.
Mi infancia entristecida, mi mundo derrumbado.
Un pájaro sin alas, tendido al pie de un árbol.
La pobreza no tiene perdón, a los diez años.


NOCHEBUENA
                                                                                 
El fósforo,
en la temblorosa
manecita sucia,
enciende la hoguera
de un cohete travieso.
             Chispas…
Chispas…
             Chispas…
conmueven las latas,
y agitan y avivan
la carne yacida
de un suelo de sombras.

Una madre mustia
de trabajo y miedo,
y un padre que fuma, que escupe
y blasfema.

Parece mentira que rían
los niños, la camisa rota,
las rodillas
negras.

El fósforo tiembla,
hay fuego en las almas,
y aromas traídos
en una prestada memoria
de huerto.

Un gusto a saliva
y un ansia de cosas
que colman la mesa sin hambre
del rico.

La noche es una alta escalera
que sueña.
Peldaños azules y rojos,
el aire
      desborda su cauce
de espacio,
marea
      la rueda que gira y delira
             y se pierde.
Es como si todas
las horas de acero se hubieran
quemado.
Es como si nunca los niños
hubieran
llorado la leche, gemido el zapato.
Es como si todas las madres
del mundo
tuvieran vestido y no les dolieran
los huesos cansados.

Absurdo, pero ésta,
la aquí, noche hambrienta, sufrida
y rotosa, sí que es
Nochebuena.

El fósforo tiembla.

Un grito de luces, un chisporroteo
de voces, pupilas
prendidas de soles y estrellas,
             suspenso…!

Y un cohete rabioso
             que silba su muerte,
      perfora la sombra
como un dragón
ebrio.


TESTIMONIO

Vamos a morir de muerte natural;
de esta muerte
de estar amando al hombre,
y vamos a morir sobre su llanto.

Sobre esta roca sola, pura roca,
bajo esta noche de mirar los sitios,
donde quedan sin hambre,
los sin trigo,
definitivamente ya saciados.

Puestos todos en fila, con los ojos,
puro miedo y pregunta, detenidos
en el tiempo, buscando ver.

Oh, estrecho
mundo grande y hermético,
cerrado, sin ventanas, miseria
color cuervo.

Sobre los huesos chiquititos
blancos,
del niño que soñó un día trigales,
los intuyó
del lado de abundancia,
no del suyo,
del otro, donde nacen, viven
crecen, celebran
y disfrutan.

Mundo miseria grande, sin salida,
sin manera de huir,
sin otra forma,
de escapar de pobreza que muriéndose.
Sobre esos huesos, chiquititos,
blancos, nos vamos a quedar,
y avergonzados.


SU CANCIÓN Y ELLA

Todavía me arrulla y me serena
la canción de mi madre.
Era una anciana desde siempre
y sabia,
una muchacha hasta la tumba,
y viva.
Aquel regazo tierra ya, sus manos
laboriosas, su frente,
aquel miedo en amor, aquel desvelo.
Supo leer el riesgo en las estrellas
y anunciar prematura
la sonrisa,
y tenía
un valor de vivir, una tan ancha,
gratitud de vivir.
La pensé inacabable; aún transcurre
por las noches conmigo, y me apacigua.
Como un niño, despierta, me despierta,
me incorpora,
se queda cuando todos se despiden
y parten, cuando nadie
me promete volver, ni vuelve nadie.
Un puñado de cal, allí, no es ella,
ella es ésta
que viene a recobrarme.
La hermosura, el dolor, una abnegada
soledad que me puebla,
una alegría, sin motivo, un retorno
a ser pequeña.
Una madre que es madre en mí, un hijo
a quien nutro y me nutre, una luciérnaga,
el rocío temprano, y un sol grande,
una luna empapada de tristeza.
El racimo que bebo, y el recuerdo,
la embriaguez y el olvido, la cadencia
que serena y acuna los jardines,
y el vigor
de una noche de tormenta.
Todavía
me sostiene y anima y fortalece,
me columpia y abriga
y apacigua,
la canción de mi madre.

 
Selección de JMP de los libros: Grillo y cuna, Ediciones E.M.M.A, La Plata, 1971 y de Con un hijo bajo el brazo, Edición de la Asociación Cooperadora  del Hospital de Niños Sor María Ludovica, La Plata, 1978.
Matilde Alba Swann (seudónimo de Matilde Kirilovsky de Creimer, nació en Berisso el 24 de febrero de 1912. Falleció en La Plata el 13 de septiembre de 2000) / Fotos: jmp