N POR NION (fresno acuático)
Este árbol
crece
en el
mar
y sus
ramas
fueron
remos
para
las barcas
a la
deriva
que
recorrieron
un
oleaje muerto,
un
naufragio
permanente.
Sus raíces
se hunden el fondo
del
bosque cristalino en el que habito.
H POR UATH (espino)
Este
es
un árbol infausto
de su madera
se ofrendan
antorchas a Saturno
que marca
mi pulso lento
mi tiempo
en el mundo.
Aunque
a veces
muero
ahogada
sin espasmos
cuando entro
algo narcotizada
algo turbia
en este río amarillento
de reflejos ocres
y corriente silenciosa…
un árbol infausto
de su madera
se ofrendan
antorchas a Saturno
que marca
mi pulso lento
mi tiempo
en el mundo.
Aunque
a veces
muero
ahogada
sin espasmos
cuando entro
algo narcotizada
algo turbia
en este río amarillento
de reflejos ocres
y corriente silenciosa…
Me tengo
que ir.
Mirá:
este camino ondulante
te lleva a la cumbre
donde brillan los ciervos
en su estrepitosa y bella
corrida hacia el sol.
No puedo acompañarte.
este camino ondulante
te lleva a la cumbre
donde brillan los ciervos
en su estrepitosa y bella
corrida hacia el sol.
No puedo acompañarte.
Aclaración:
Las Lamias no pueden hablar,
se expresan mediante silbidos melodiosos.
pero atraen a los viajeros
lentos como vos, para devorarlos.
Las Lamias no pueden hablar,
se expresan mediante silbidos melodiosos.
pero atraen a los viajeros
lentos como vos, para devorarlos.
G POR GORT (hiedra)
Soy ceniza
en
esta ánfora
coronada
de hiedra
¿qué
puedo decir?
Fui
sacrificada
como
un animal.
Cuando
llegues
a tu
ciudad
y
sientas
la
lengua
seca y
agrietada
no vas
a poder beber…
mis
ojos de espanto
van a
perseguirte.
A POR AILM (abeto)
I
Inmediatamente
desangré
mi resina en el mar.
Con esta
madera oscura
se
hizo
el
caballo de troya:
morir
traicionada supone
casi
siempre
la
resurrección
flor
que crece en el fango
rosa
negra,
quebradiza.
En la
intemperie de la isla
la
desmesura de las estrellas
expande
la
soledad de Ariadna
es tan
fina la línea que separa
el
agua y el cielo que
todo
es un mar estelar
en la
mirada.
Sé que
hay que soñar
en el
umbral
entre
el día y la noche,
esas
imágenes son
como
huellas frágiles
perdidas
en el follaje.
Sé que
no debo
soñar
con tu rostro
ni
siquiera
con tu
ropa
ni con
tu voz
hundida
en el vientre del bosque.
II
Esta misma
araña
tejió
su
extensa
plateada
y leve
tela
para
cubrir
mi
cabeza
antes
de ser decapitada.
Medusa
se refleja en tu ojo quieto.
U POR UR (brezo)
Sobre este árbol
mueren
inocentes
sin saber que
las abejas
han construido
su reino.
Dentro nadie calma
el temblor
ni el zumbido
agobiante:
aguijones
cuerpo hinchado
ya estás muerto.
Es la vigilia.
No vas a encontrarme
cuando despiertes.
Sobre este árbol
mueren
inocentes
sin saber que
las abejas
han construido
su reino.
Dentro nadie calma
el temblor
ni el zumbido
agobiante:
aguijones
cuerpo hinchado
ya estás muerto.
Es la vigilia.
No vas a encontrarme
cuando despiertes.
LA TIMIDEZ DE LOS ÁRBOLES
¿Sabías
que
las hojas
de los árboles
no se tocan?
Por eso
podemos ver
fragmentos
de cielo
ahora.
las hojas
de los árboles
no se tocan?
Por eso
podemos ver
fragmentos
de cielo
ahora.
Es
posible
que hayas contemplado
alguna vez
que bajo las copas
de los árboles
se forma
un reguero
de líneas azules,
entrelazadas entre sí
de forma extraña,
impidiendo que las ramas
puedan intercambiarse
cuando emergen
de los troncos.
que hayas contemplado
alguna vez
que bajo las copas
de los árboles
se forma
un reguero
de líneas azules,
entrelazadas entre sí
de forma extraña,
impidiendo que las ramas
puedan intercambiarse
cuando emergen
de los troncos.
¿Conocías
esa experiencia surreal?
Yo tampoco.
Los árboles parecen diseñados
en sus límites
para mantenerse
separados
los unos de los otros:
grieta
de timidez le dicen,
si bien hay una lucha por la luz.
si bien hay una lucha por la luz.
LA CAVERNA DE LAS BRUJAS
(Isla
de Man)
I Afuera
¿Deja
un pájaro
alguna
huella de su vuelo?
Tal
vez en el aire
etéreos
trazos
indescifrables.
¿Por
qué queremos verlo?
II. Adentro
Este miedo
se
traga
el
cielo nocturno
con su
boca
de
ballena.
Aquí estoy
grabada
sobre
la roca
cavernosa
y sé
que
la
única
realidad
posible
para
el
tiempo
es
el
instante,
la
meticulosa
forma
que el
agua
ha
tallado
gota a
gota
en la
piedra caliza
en el
centro mismo
de la
tierra:
estalactitas
velos
de algas
capullos
de insectos
columnas
rupestres
flores
de cuarzo
huevos
transparentes
paredes
tapizadas
de
agua
leves
cascadas inquietantes
mantos
de fósiles marinos
(amonites,
bivalvos).
En la
caverna
no hay
horas
el
tiempo es de Aión
con su
rostro de viejo
y niño
a la vez.
III. Afuera
Esta isla
está por desaparecer.
Y vos
no estás.
TESEO Y ARIADNA
(Reescritura de un poema de Robert Graves)
A través de la sombría grama bajo las viñas,
él suspira:
"Profundamente hundida en mi pasado erróneo
ella vaga por las ruinas, los asolados céspedes"
ilesa y sin embargo
torcida por el tiempo,
avasallada por los pinos
donde por primera vez
él se fatigó
de su constancia.
Él no siente culpa
es injusto.
Cuando tiemble el invierno en la isla
cubrile los hombros
con las plumas de los cisnes.
Verdades hay en el viento
y la hora es negra,
yo te amo
dice y se va
a las entrañas
de la cueva
con paso más seguro.
Antes
el miedo era más fuerte
y su odio era
trueno en el aire;
después lloró cuando los pinos
agonizaron
con ráfagas de viento.
Las flores la miraban
con frenéticos ojos,
y ella lloraba.
A él, ahora
que todo ha concluido,
ella nunca lo sueña,
mas invoca
una bendición
sobre todo aquello
que él supone
ripio y mala hierba;
jugando a ser
la habitante
para huéspedes más nobles.
(Reescritura de un poema de Robert Graves)
A través de la sombría grama bajo las viñas,
él suspira:
"Profundamente hundida en mi pasado erróneo
ella vaga por las ruinas, los asolados céspedes"
ilesa y sin embargo
torcida por el tiempo,
avasallada por los pinos
donde por primera vez
él se fatigó
de su constancia.
Él no siente culpa
es injusto.
Cuando tiemble el invierno en la isla
cubrile los hombros
con las plumas de los cisnes.
Verdades hay en el viento
y la hora es negra,
yo te amo
dice y se va
a las entrañas
de la cueva
con paso más seguro.
Antes
el miedo era más fuerte
y su odio era
trueno en el aire;
después lloró cuando los pinos
agonizaron
con ráfagas de viento.
Las flores la miraban
con frenéticos ojos,
y ella lloraba.
A él, ahora
que todo ha concluido,
ella nunca lo sueña,
mas invoca
una bendición
sobre todo aquello
que él supone
ripio y mala hierba;
jugando a ser
la habitante
para huéspedes más nobles.
Ceno en casa de un amigo. Mi amigo
habla desde la cocina. Controla “el lomito” (pequeño, pequeño), “no tiene que
quemarse”, dice. Cierra la puerta para que el humo que brota de la plancha no
se confunda con el estar. Habla y la pared impide saber sobre qué tema (¿la
poesía, la casa, los hijos?). Miro la pequeña biblioteca. Veo este libro y
otro. Cuando regresa, con su permiso, le digo que “pronto te los devuelvo”. En casa
leo y selecciono estos textos.
En El
alfabeto de los árboles, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2018.
Eugenia Straccali (La Plata, 1970).
Foto: Jmp